Nueva York
Alicia Sánchez-Camacho: El triunfo de un nuevo estilo
La primera mujer en la historia de Cataluña candidata a la presidencia de la Generalitat. Nada extraño, en una vida sin muchas reglas establecidas. En su niñez, Alicia Sánchez-Camacho correteaba por el barrio de Sa Massaneda, en Blanes, llena de fuerza y vitalidad.
Menor de cinco hermanas, en el colegio ironizaban con su signo zodiacal, Tauro. Alicia es noble y pasional, conseguirá lo que se proponga, decían sus profesoras. Y así, a los dieciocho años, marchó a Barcelona para escalar los máximos retos profesionales. Estudió Derecho, accedió al Poder Judicial como jueza sustituta, realizó un máster en Administración Pública, fue consejera laboral en la embajada española en Washington, delegada internacional de la OEA y de la ONU en Nueva York.
Su vocación política le llegó de manos de Javier Arenas, con quien desempeñó varios puestos en el Ministerio de Trabajo. Allí empezó a formar parte de esa nueva generación de mujeres en el PP. Como Dolores de Cospedal, decidió un día ser madre en solitario, tras un divorcio, por fecundación in vitro. Así nació el auténtico amor de su vida, su hijo Manuel, de cuatro años. Como Soraya Sáenz de Santamaría, posó para la revista Woman altamente seductora. Habló de sus gustos hacia los hombres, inteligentes y con vida interior, y se definió cerebral, educada y valiente. Un buen triángulo para afrontar la dirección del PP en un feudo muy difícil, tras varios liderazgos frustrados. «Tranquilo presidente, aquí estoy yo», le dijo a Mariano Rajoy al ser proclamada nueva jefa del partido en Cataluña.
Extrovertida y cercana, su estilo es moderno. Adora las chaquetas «blazer», el traje pantalón con blusas a juego. Aborrece los sombreros. A pesar de su vida profesional en Estados Unidos, siempre tuvo miedo a volar, por lo que su eje Barcelona-Madrid lo hace en el AVE. Le encanta la pesca, que practica en verano en alguna recóndita cala de la Costa Brava. Su comida favorita son unas buenas gambas y coca-cola, rara vez bebe alcohol. Adora jugar con su hijo Manuel, acostumbrado a los mítines, a quien lleva al parque, al cine y al guiñol. Ahora, le ha prometido vencer el temor al avión y viajar a Disneylandia.
Es una mujer rompedora, sin tapujos. Pero, además, creyente y de firmes convicciones. Se emocionó en la Sagrada Familia cuando llevó a su madre a ver al Papa y sueña con una Cataluña trilingüe, próspera y no excluyente. Con una buena cabeza y empuje, es Alicia la mezcla de cerebro y pasión en un trabajo bien hecho.
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