Córdoba
El día de los idiotas
No hay mejor sordo que el que no quiere oír pero, si tuviéramos que buscar algo peor todavía, se trataría sin duda de alguien que no quiere entender, es decir, de un estúpido. No seré yo quien diga que el proceso de finiquito de Cajasur ha estado plagado de sordos o de estúpidos pero, como mínimo, es evidente que ha estado interferido por muchos que no querían oír y por quienes en ningún momento han querido entender. Toda esta misma gente –representada por el Cabildo, los partidos políticos y los diversos foros de participación institucional de la Caja– coincidía ayer en señalar que se trataba de «un día triste para Córdoba» por haber perdido su caja, cuando en realidad deberían haberse referido al día protagonizado por los idiotas. No sé sí se conocen –y supongo que sí– el chiste que dice que siempre es mejor conformarse con un pequeño porcentaje de algo que aspirar a tener un cien por cien de nada, pero es evidente que ayer en Córdoba se celebró una Asamblea General en Cajasur destinada a proclamar el advenimiento de algo parecido a la nada. Esos siete magníficos con sotana que hasta hace poco salían retratados en los periódicos saliendo de un edificio con paloma y caracterizados como pistoleros de la banca, cosecharon ayer el más sonoro de los fracasos entregando las llaves de una entidad de más de 140 años de historia y cediendo unos activos que el Banco de España valora en poco menos de un euro. Para estos «pistoleros catedralicios» quedan unas alforjas tan escasas como ésas, después de haber tenido la oportunidad de discutir precios y canonjías con la Junta y haber renunciado a un trato preferencial con Unicaja pero, todo sea por la dignidad de los cordobeses, han preferido entregar las llaves del cortijo sin más contraprestación que sesenta céntimos de euro y un mal pleito con el FROB. Muchos querrán hacer historia de este negro capítulo para Córdoba, pero pocos tendrán arrestos para poner nombre y apellidos a los protagonistas de tan funesta trama. Y ahora, al parecer, le toca al sindicato, ése que tiene apellido de cordillera y que anda perdido en el conocimiento de las galaxias. Están contentos por haber llegado a «un punto de encuentro» con la vasca BBK cuando hasta un párvulo ve que no hay encuentro posible con un cupo menor de 500 trabajadores en la calle. No es que fuera un día triste, era sencillamente el día de los idiotas.
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