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Días de retraso y corrupción

La Razón
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El lunes, después de la cena, me dio algo que decía la letra de un antiguo cuplé, «el mal de la temblaera». Ya saben, el nacimiento de un gran enfriamiento, adquirido en el estudio de Onda Cero. Sabido es que si el líder, Carlos Herrera, coge un resfriado, los demás pillamos una pulmonía. Con temblores, fiebre, café, aspirina y lingotazo, a las 5:45 me pongo en marcha para coger el AVE, «Espejo Público» me esperaba y no eran horas para pedir relevos. Voy hecho una piltrafa. Y para que nada falte, me ocurre lo que nunca había sucedido en casi 20 años de cliente asiduo del tren: 40 minutos de retraso. Esto sí que es la debacle. Ni el AVE, que es el signo de la modernidad española, funciona bien. Con el tiempo justo llego al plató de A3. El tema estrella, cómo no, Urdangarin, y mira que los banquillos de acusados están a rebosar: Mata, Camps y no digamos los que se van a sentar en Sevilla por el caso Mercasevilla y los ERE. Este tema lo ha rematado gloriosamente el inefable director de Empleo de la Junta durante muchos años. Según su chófer, dedicaba parte de los dineros públicos a copas, fiestas, mujeres y su ración de farlopa. Este tema te deja perplejo, o no es verdad, o el referido señor es un cretino y además presuntamente un corrupto, o estaba muy seguro de su impunidad para hacer lo que le diera la gana. Pero volvamos a «Espejo Público». Se leyó una carta del padre de Iñaki escrita hace tiempo, donde dice que sus hijos han tenido una educación católica, que les ha exigido tener estudios superiores y hablar por lo menos inglés, aparte de español, en el caso de Urdangarin, habría que añadir catalán y vasco, y también que practicaran deportes. Inmediatamente uno de los tertulianos salta con la coletilla, que a pesar de la educación cristiana, se le olvidó el no robar. Le contesto que decir eso es temerario, que habrá que esperar lo que digan los jueces. Segundo, que a parte del tema religioso, del que soy devoto, hasta el más laico en su sano juicio firmaría semejante educación para sus hijos. Muy interesante la visita de Cayetano Martínez de Irujo a Marinaleda, cuna del rojerío más recalcitrante. Esta noticia tiene otro artículo.