PSOE
El nuevo «moisés» por Pilar Ferrer
Su discurso templado, frente al más apasionado de Chacón, inclinó la balanza. Alfredo siempre lanzaba una consigna a los militantes: seguridad por encima de riesgo. Un veterano «halcón» que dio la cara en las elecciones, y se la partieron. Pero como alumno en el Colegio del Pilar aprendió que quien resiste puede sacar tajada. Este culto a la correosa fortaleza lo ha practicado toda su vida Rubalcaba. Si hay un político incombustible, ése es el ya secretario general del PSOE. Como si las aguas del balneario cántabro de Solares, donde nació, le conservaran a prueba de todo. Hijo de un aviador piloto de Iberia y nieto de un abuelo republicano que le inculcó la pasión por la Química, Alfredo es prototipo de político imbatible. Pieza clave de los gobiernos de Felipe, superó como ministro de Educación las provocaciones del agitador, «cojo manteca». Ejerció como portavoz del Ejecutivo sin perder la sonrisa ante el GAL o la espinosa corrupción. Al frente del Grupo Socialista, se manejó en el Congreso como un lince. Gestionó el 11-M con astucia felina. Dirigió la política antiterrorista cual jugador que detiene comandos y sobrevoló «faisanes» arrugados. Hasta logró apoyos insospechados: Alfonso Guerra y Trinidad Jiménez, antaño adversarios. Qué arte. Tiene olfato de zorro y fórmulas de alquimista. Se lo dijo un día Javier Solana mientras practicaban senderismo en la sierra madrileña y les llamaban «Los camorritos». Campeón de atletismo en su etapa universitaria, gran forofo del Real Madrid, le gustan las melodías de Los Secretos y Rosanna. Bebe tazas de manzanilla, le fascina la pasta, aborrece la nata. Ahora, es el nuevo «Moisés» de un partido abierto en canal, en su mayor crisis. Y como el profeta bíblico, deberá conducirlo por el desierto hacia una tierra prometida, aún muy dura e incierta.
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