Elecciones
Tiempo de bellacos
Quede por delante, como si fuera un primer par de banderillas, la obviedad más sonada de la campaña electoral. Nadie, salvo los hinchas irreductibles, pueden sostener con la palabra y también con la mirada esa negación presidencial de los recortes sociales en el presupuesto hace un año. Los bellacos están al acecho y no precisamente del presidente del Gobierno. Una vez más, el miedo a la derecha ha sido agitado como bandera única del mensaje del PSOE. Tiene como objetivo amortiguar la caída con algún colchón de votos superior al previsto en las encuestas. A diferencia de otras campañas, el repudio habitual a los sectores liberal-conservadores de nuestra sociedad, es decir, al centro derecha al que se tiñe de extremismo sin pudor, se ha mezclado con el respeto escrupuloso al regreso por la Sala grande del Constitucional de Bildu-Batasuna. Se coloca al PP fuera del sistema en la misma frase con la que se acata la decisión política de un tribunal cuya acta de defunción se puede leer en el voto particular del magistrado Aragón. Si resulta que al final del camino un juez nombrado por el Gobierno tiene la última palabra, lo que pase entre medias da igual. No falta mucho para saber si la legalización de Batasuna-ETA a través de Bildu es el precio político pagado de antemano para el final de la banda. Mucho insisten los dirigentes socialistas en sacar pecho sobre los logros de la lucha antiterrorista en el tiempo de Zapatero. Nos preparan para la última parte de un proceso donde poco importan la memoria y la historia. Las consecuencias se van a ver y entonces sabremos quiénes han sido los bellacos. Será fácil distinguir. Aunque ya no tendrá remedio.
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