Navarra
ETA serpiente de verano
Las especulaciones periodísticas alimentadas desde el PSOE sobre un inminente final de la banda etarra han generado disputas políticas que no contribuyen precisamente a terminar con ella. Al contrario, nada puede alegrar más a ETA, cuyos intereses gestiona Bildu desde las instituciones, que convertirse en la serpiente del verano gracias a la división entre los partidos. Si los etarras han llegado a un callejón sin salida ha sido gracias a la acción policial y al pacto antiterrorista. Preservar ese consenso básico es más fundamental aún en estos momentos para que la desaparición de ETA sea la consecuencia de su derrota y no, como pretende la banda, un simple cese de actividades voluntariamente decidido por razones estratégicas. Para que la libertad sea real y duradera en la sociedad vasca, sin la ominosa sombra del chantaje a la vuelta de la esquina, es más importante el cómo que el cuándo de la derrota. No vale cualquier forma. De ahí que no se deba caer en las trampas que continuamente tiende Bildu a las fuerzas democráticas, cuyo objetivo final es que todo quede en tablas tras cincuenta años de terrorismo. Para ello, el brazo político etarra ha puesto en marcha una estrategia desde los ayuntamientos para equiparar a las víctimas con los terroristas presos, de modo que se meten a todos en el mismo saco de un «conflicto» que debe terminar sin vencedores ni vencidos. La malintencionada invitación hecha por el alcade de San Sebastián a las víctimas para que acudieran a un acto con los familiares de etarras tuvo la respuesta adecuada y lúcida de la asociación COVITE: «¿Qué hacen las víctimas en casa del verdugo?» En efecto, resulta un sarcasmo que los dirigentes de Bildu, que estos días están recibiendo las instrucciones de Batasuna para los presupuestos municipales de 2012, disfracen de «invitación a todas las víctimas» lo que sólo es una manionbra para rehabilitar legalmente a los terroristas presos, al mismo tiempo que en Leiza (Navarra) les organizan actos oficiales de homenaje. Súmese a ello que en otros ayuntamientos incumplen la legalidad constitucional o destrozan monumentos en memoria de asesinados por ETA, y se desvelarán las verdaderas intenciones del entramado etarra. Por eso causa estupor que dirigentes perspicaces como Rubalcaba, Urkullu o el propio lendakari López muestren ahora su «decepción» por el comportamiento de Bildu, por su supuesto giro de «comprensión» hacia ETA y por su envalentonamiento. Se diría que tienen mala conciencia por haber promovido y jaleado la legalización de la marca blanca de Batasuna y no se les ha agradecido el esfuerzo. Pero no deja de ser una queja hipócrita, pues está en manos del PSOE y del PNV que Bildu deje de gobernar, por ejemplo, en el emblemático Ayuntamiento de San Sebastián y en la Diputación de Guipúzcoa. Todo lo demás son lágrimas de cocodrilo. No obstante, cabe esperar de su responsabilidad que los dirigentes socialistas no caigan, empujados por las prisas para cobrar pieza electoral, en la tentación de aceptar las tablas que Bildu ofrece al Estado en nombre de ETA para poner fin a medio siglo de asesinatos. Y, por supuesto, las víctimas no son ni moneda de cambio ni peones de partida: son los vencedores junto a los demás españoles.
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