CRÍTICA DE CINE /«Caracremada»: Tediosa poética de la miseria

Decía Bresson que cuando el ruido pasa, es el hombre el que pasa. Es el ruido de sus acciones el que define al hombre, el que lo hace existir. ¿Cómo sabríamos que Ramón Vila Capdevila existió si no fuera por el ruido de su sierra al cortar la base de una torre eléctrica, o por el ruido de su mano al apartar la tierra de su único alimento? Lluís Galter ha dirigido la más extraña reconstrucción histórica que pueda imaginarse. Extraña porque su fidelidad a la Historia es su fidelidad a las acciones de un hombre del que poco sabemos, un anarquista que, a solas, siguió la lucha armada contra Franco en el interior de los bosques de Cataluña. Galter desubica nuestra mirada, no le interesa contextualizarla con datos sino con gestos. «Caracremada» elude así los tópicos del cine político-histórico para reducir el retrato de su objeto de estudio al esqueleto de la lucha de su supervivencia.

La fuerza de voluntad es la repetición de un acto, el peligro palpita en el fuera de campo, y mientras tanto, hay una esperanza: una chica que parece dispuesta a la transferencia de poderes. Galter detecta una cierta belleza en esa transferencia, y deja clara su admiración por Vila a través de su metódico y riguroso trabajo de puesta en escena.