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Soñar despiertos

«Le Songe»Les Ballets de Monte-Carlo. Director artístico y coreografía: Jean-Christophe Maillot. Música: Mendelssohn, Teruggi y B. Maillot. Escenografía: Ernest Pignon-Ernest. 7-I-2012. Teatros del Canal.

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Ceñirse al concepto de danza para hablar de «Le Songe» sería limitar en exceso la propuesta de Les Ballets de Monte-Carlo, de la misma manera que no se le haría justicia al texto de Shakespeare en el que se basa, «Sueño de una noche de verano», si lo calificáramos de pieza teatral cómica. La idea de «obra de arte total» promulgada por Wagner adquiere en este espéctaculo un nueva vida: Maillot combina danza, teatro y música sin dejar que ninguna de ellas predomine sobre las demás. El «triunvirato» continúa apoyado en los ejes concebidos por el dramaturgo: tres niveles de la realidad, los atenienses, las hadas y los actores, que permiten a Maillot desplegar otros tantos en el plano coreográfico.

Corresponde a los atenienses una danza neoclásica pura, limpia en la técnica y de una estética amable. En el mundo de las hadas, sin embargo, prima el surrealismo, tanto en el plano de la coreografía como en el de la puesta en escena. Son, sin duda, las escenas más brillantes de la obra. Los pasos a dos de Oberón y Titania, rey y reina de las hadas respectivamente, constituyen las muestras más evidentes del carácter vanguardista del coreógrafo. Por último, los actores que representan el mito clásico de Píramo y Tisbe a viva voz ofrecen el contrapunto paródico a cierta gravedad que reina en el resto de las escenas.

Brillante adaptación
Aunque el mundo de las hadas sea el más potente a nivel artístico, las otras dos partes cumplen una función esencial en la concepción «total» de la obra. Como «Sueño...», «Le Songe» consigue introducir al espectador en una intrincada trama de carácter cómico y romántico situada en un plano onírico al que no sabemos cómo hemos llegado ni si queremos despertar para salir de él. La cuidada escenografía, vestuario, iluminación y calidad interpretativa de los bailarines culminan la coreografía de Maillot en una brillante adaptación de Shakespeare, con todo lo que eso significa.