Guardia Civil

Agentes y «camellos» en El Molar

Dos guardias civiles acusan al jefe de la Policía local de menudear con droga. Juzgan a los tres agentes por omisión de perseguir un delito y cohecho

Ocho personas se sentaron ayer en el banquillo de la Audiencia Provincial imputados en el caso «El Molar»
Ocho personas se sentaron ayer en el banquillo de la Audiencia Provincial imputados en el caso «El Molar»larazon

MADRID- El escándalo de tráfico de drogas entre agentes policiales de El Molar, destapado por este periódico en julio de 2008, está siendo juzgado ahora por la Audiencia Provincial. Los dos guardias civiles acusados en el «caso El Molar», César Trotollo Pérez y Francisco Yepes Ricart, admitieron ayer en el juicio que no informaron a superiores del menudeo de droga que conocían en la localidad por su consumo propio porque era un asunto «que se sabía en el puesto» de la Guardia Civil, pero «no hablaban con sus superiores sobre este asunto». También negaron que se prevalieran de su condición para obtener cocaína a un precio más barato, informa Ep. La Audiencia Provincial de Madrid comenzó ayer a juzgar a ocho acusados (se practicaron 17 detenciones) de pertenecer a una red de menudo de droga en el norte de Madrid, entre ellos el ex jefe de la Policía local de El Molar, Tomás Felipe Boto. Se los acusa de omisión del deber de perseguir delitos y cohecho, por lo que se enfrentan a penas que oscilan entre cuatro y ocho años de prisión.

En su declaración, el guardia civil Francisco Yepes reconoció que en la época de las detenciones consumía cocaína, que conseguía en la localidad de San Agustín de Guadalix. «A veces me fiaban una parte y luego la pagaba», explicó. Yepes también negó que se valiera de su condición para conseguir droga más barata. De igual modo, César Trotollo, el otro agente imputado, negó que exigiera la droga a un precio más barato y reconoció que en aquella época consumía con varios de los acusados.

Por su parte, el ex jefe de la Policía Local de El Molar, Tomás Felipe Boto, indicó que era «un consumidor esporádico» y que conseguía la droga en San Agustín a un tal «Chirri», un camello que «desapareció» después de que el escándalo saliera a la luz. Al respecto, la fiscal le inquirió acerca de si elaboró algún atestado o puso en conocimiento a sus superiores de que se traficaba con droga, a lo que ha respondido que «no» y añadió que no sabía que esas personas se dedicaran al tráfico de droga, ya que él sólo consumía con ellos. El dispositivo judicial arrancó después de detectar la desaparición de cuatro kilos de cocaína de un alijo requisado en una redada.