Actualidad

Manifestaciones estudiantiles José María Fuster-Fabra

La Razón
La RazónLa Razón

Lejos de escandalizarme, me gratifica ver cómo los estudiantes se manifiestan en las calles. Pertenezco a una generación en la que eso era el pan nuestro de cada día. Rojos y azules buscábamos cualquier excusa para salir a la calle y reivindicarnos en la vía pública. Y luego venían los grises, alguna vez salimos morados y nos las veíamos negros para explicar en nuestras casas que habíamos acabado en comisaría.

Era una época romántica e inconsciente donde o eras radical o te aburrías soberanamente, la espontaneidad primaba junto a la ingenuidad y las ganas de divertirte. Alguien algún día tendrá que explicar las anécdotas de aquella transición, donde izquierdas y derechas tomábamos las calles, luego nos acabábamos tomando copas juntos, y se producían entre personas de distintas ideologías situaciones que en un periódico para todos los públicos no puedo explicar.

Otra cosa es la utilización de esa espontaneidad propia de los jóvenes por parte de aquellos que, perfectamente asesorados y bien organizados, se han autoproclamado enemigos del sistema y que están dispuestos a aprovechar desde una celebración futbolística hasta el corte de calefacción en un colegio para romper la convivencia ciudadana.

Ahí hay que ser implacables y apoyar a la Policía sea cual sea el uniforme que lleven, por nuestros bien y por el de los estudiantes que se manifiestan.

Tengámoslo claro y sepamos diferenciar una cosa de la otra, bien por los estudiantes pero implacables contra quienes los utilizan para otros fines.