Actualidad

Power Dressing por Lluís Fernández

La Razón
La RazónLa Razón

Quizá haya pocas mujeres tan fascinantes como la líder conservadora Margaret Thatcher. No tuvo rival en el campo político. Poseía una imagen superpotente: un moldeado de pelo esponjado, clásico como las meninas; el collar de perlas que sólo lucen las persona discretas e inteligentes, como Lisa Simpson; traje austero y blusa de seda con grandes lazadas y estampado Liberty, y ese bolso negro, marca Aprey´s, que remataba su imagen como un arma secreta.
Un icono pop se fabrica así, con unos pocos elementos esenciales: una apodo, Maggie; un sobrenombre, la dama de hierro; un pelo cardado megaconservador; una actitud de mando en plaza irrenunciable, y como símbolo, el bolso de la Thatcher, metáfora del poder femenino sin adjetivos. No le hizo falta ser sexy ni glamurosa. Era firme en sus decisiones, por eso la menospreciaban sus oponentes y la ridiculizaba la izquierda feminista, incapaz de soportar que su ideología de género fuera barrida por la potencia individualista de una mujer liberal-conservadora que derribó las barreras de género sin atender a cuotas. La verdad es que la «Señora T» era agarrada como un chotis. Marca de fábrica de los liberales, que piensan que los dineros públicos son sagrados y que los caprichos personales deben pagárselos cada uno.
En cuanto se estrene la peli, volverá el «look» Thatcher como un nuevo «Power Dressing». Serán trendy los blazers entallados con grandes solapas, los zapatos de tacón bajo de Ferragano, los pendientes de clip de perlas falsas y los maxibroches de bisutería.

Lluís Fernández