España
Espert en versión violenta
Estrena el poema de Shakespeare «La violación de Lucrecia»
Vuelve Espert. La Espert. Nuria. En teatro, en España, sólo ella puede responder por separado a cualquiera de las tres formas. Lo ha hecho casi todo en la profesión, pero siempre hay retos nuevos, como enfrentarse sola en la sala pequeña del Teatro Español (del 4 al 19 de noviembre), al poema de Shakespeare «La violación de Lucrecia». Lo hará dirigida, eso sí, por un fichaje «galáctico» salido de «La función por hacer», Miguel del Arco.
-¿Disfruta en los ensayos?
-Disfrutar no es la palabra... (Risas). Tampoco en el escenario. Disfruto cuando ha terminado la función, si ha salido bien, o cuando ya he estrenado y han pasado días.
-¿Cuál sería la palabra para lo que siente en escena?
-Concentración, hacer un esfuerzo para dejar fluir las emociones, y que éstas sean frescas como el primer día. Es mi principal objetivo.
-Con todas las obras que tiene Shakespeare y elige un largo poema dramático. ¿No le convencía ninguna, era un anhelo, un capricho?
-¡Me convencen todas! Soy devota. Pero se representan mucho en España y las vemos con frecuencia, desde «Hamlet» a «Macbeth», «Otelo»... Y existe ese poema, maravilloso, que es como una obra de teatro narrada y con unos enormes monólogos aptos para la actuación, para que no sea simplemente una narración. Me gustaba desde hace muchísimos años, y me tentaba desde hace algunos.
-La dirige Miguel del Arco, un nombre en alza. ¿Contar con él ha sido clave para animarse a aceptar el proyecto o la idea era previa?
-Pensé que era el momento de hacerlo y he encontrado al director perfecto. Primero apareció la idea. Después, una versión fabulosa en verso blanco de un gran escritor mexicano, José Luis Rivas. Y dije: ahora. Para Miguel del Arco, el centro del espectáculo es el actor, tiene una profundidad enorme. Era la persona que yo necesitaba, tuve la suerte de que él aceptara y hemos trabajado de una manera maravillosa, con mutua comprensión, buscando los dos el mismo objetivo desde el primer día.
-Quizá lo más parecido en la escena española fuera «The Waste Land», el poema de T. S. Elliot que dirigió Deborah Warner.
-Tuve la suerte de verlo y Fionna Shaw es una de mis actrices favoritas, pero no tiene nada que ver. Por fortuna, no se parecen nada ambos espectáculos.
-Con una función como ésta, lleve la etiqueta que lleve, supongo que esa necesidad de concentración de la que habla es mayor.
-Mucho más mayor que nunca en mi vida. Ni con «Medea» ni con nada de lo que he hecho he necesitado esa especie de antena permanente sobre mí misma y lo que me rodea como tengo aquí. Es un trabajo completamente diferente.
-¿La recompensa puede ser mayor, en cuanto a la repercusión, al resultado o a que pueda verse con el tiempo como uno de sus grandes papeles? ¿Piensa en esto?
-Claro, me importa muchísimo qué va a ocurrir. Pero lo que más me importaba ya ha pasado, que es la decisión, tener el valor de meterme. Ahora, con tanto trabajo hecho, eso ya sé que lo tengo, y que he acertado. Las preguntas, el saber si sería capaz, están contestadas.Sólo falta que guste. Eso nunca se sabe y no recuerdo haberlo pensado nunca cuando hago una obra. Al protagonizar «Las criadas» no piensas si va a gustar. Hice «Maquillaje» y no se me ocurrió imaginar qué le iba a parecer a la gente verme como una japonesa. Me importa mucho lo que opine el público, pero no es lo que me mueve al elegir un trabajo.
-¿Puede ser este proyecto su «Medea» de esta década?
-Eso no se sabe. Para mí será una completa sorpresa que no interese, que no guste o que guste muchísimo. Las vueltas que le he dado es a si sería capaz de hacerlo.
-¿Aún hay papeles que se le pueden resistir?
-Hay muchísimos que no. Con Lady Macbeth no tendría temor: pensaría si soy demasiado mayor para hacerlo, pero no si puedo. Me siento capaz de hacer montones de cosas, aunque algo como este montaje no lo he hecho nunca. Y creo que nadie.
-¿Con un texto como éste, que es todo pasiones, lujuria, deseo, abuso, remordimientos, conseguirá que le quiten la etiqueta de fría que usted reconoce tener?
-Será en la vida privada, porque todos los personajes que interpreto poseen un punto de locura y de pasión que forzosamente tengo que haber reflejado para que hayan marcado tanto mi carrera. Pero quizá no he hecho nunca nada tan emocional como esto. Acaso algunos momentos en el pasado, la muerte de los hijos en «Medea», un minuto del monólogo de «Doña Rosita la soltera»... Y en cuanto a violencia, no he interpretado nunca nada tan violento como esto.
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