Crítica de cine

Sarkozy y la esposa infiel

En una entrevista publicada en la revista «Telérama», Nicolas Sarkozy confesaba que no iría a ver «La conquête» «para proteger mi salud mental, porque el narcisismo nunca es una buena solución, y una sobredosis te vuelve loco».

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 Suena a excusa, porque lo que no desea es verse en pantalla reducido a un hombre que quiere ser «bigger than life» y que es tan débil –«enano» le llama su rival, Dominique Villepin– como cualquiera de nosotros. La esperada película de Xavier Durringer, que ayer se proyectó en Cannes fuera de concurso, y se centra en la carrera de Sarkozy para llegar al Elíseo, de 2002 a 2007. No añade demasiado a lo que Yasmina Reza describió, con verbo oblícuo pero certero, en «El alba la tarde la noche»: según el filme, Sarkozy es una persona ambiciosa y obsesionada con el poder, impaciente y déspota, deportista y mediático. Lo más interesante de esta entretenida biografía no autorizada es el retrato de su relación con su ex mujer, Cécile, que pasa de ser asesora personal a esposa despechada y adúltera. Es el dolor de su ruptura el que humaniza a Sarkozy, aunque la cinta sugiere que su veloz unión con Carla Bruni tiene mucho de matrimonio de conveniencia.