Cultura
Jardines de luz
En esta muestra, Sorolla, el pintor de la poesía y la luz, más luminista que impresionista, riega su poética más íntima
Sorolla fue reconocido internacionalmente; antes que en su propio país la imagen pictórica del valenciano no coincidía con la de los intelectuales de la Generación del 98. Para Unamuno, Sorolla representaba una España positiva y progresista que quería vivir y no pensar en la muerte. En esta muestra el pintor de la poesía y la luz, más luminista que impresionista, riega su poética más íntima. El propio Sorolla aseguraba, en alguna de sus epístolas, pintar con los ojos.
La exposición se compone de 56 óleos, muchos de ellos son expuestos por primera vez; óleos tardíos del pintor valenciano en los que deliberadamente destierra la figura humana. El agua y la vegetación en torno a la arquitectura, ambientes intimistas de soportales, estanques y fuentes, protagonistas de una etapa en la que Sorolla volvió a pintar por mero placer ahondando en las representaciones del propio jardín de la casa que el mismo diseñó y plantó. Vergel entre vergeles en el último refugio artístico del pintor. Artista siempre al acecho inmerso en la melancolía y brillo del instante. La muestra se divide en cuatro partes: Agua, Patio, Jardín y Jardín de la Casa Sorolla. Las tres primeras nos introducen en la poética que abordó en sus últimos años cultivando valores de intimidad e introspección a través de representaciones de patios solitarios y fuentes característicos del jardín andaluz.
El Jardín de la Casa Sorolla reúne el núcleo principal de la exposición, jardín de inspiración en pleno centro de Madrid que concibe como un espacio de intimidad familiar, numen para su trabajo, al que dedicaría sus últimos años recreando rincones concretos de los jardines hispalenses y granadinos que tan bien conocía. Luces y sombras entre hojas en un baile vital permanente. Si Sorolla había representado las costumbres de las diferentes regiones de España, una vez más vuelve a unificar el país con su pincel, celebrando la vida sobre el lienzo. En esta etapa Sorolla trae consigo al centro de la meseta castellana, fuentes, azulejos, columnas, estatuas, árboles frutales o plantas traídas desde Andalucía con todo su lirismo y esencia.
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