Londres
Francia ahoga a Lochte
Los galos arrebatan el oro a Estados Unidos en el relevo 4x100 libres
Londres- Michael Phelps sigue sin ser de oro en Londres, aunque sumara una nueva medalla a su cosecha, que le acerca al Olimpo. Tenía 14 oros y dos bronces y ayer logró la primera plata de su carrera, la «chapa» que le faltaba a su extraordinaria colección, en el relevo 4x100 libres. Está a una de igualar a Larysa Latynina como el deportista con más metales de la historia, y a dos de superarla, pero el sabor que le quedó no fue bueno. Si juntas a Phelps y Lochte en el mismo equipo puedes esperar lo mejor, aunque la prueba de ayer era el relevo más veloz, la velocidad más pura, y el conjunto francés literalmente voló, sobre todo su último hombre, Yannick Agnel, que en dos largos consiguió remontar prácticamente un cuerpo de ventaja al mismísimo Lochte. El tercer lugar fue para Rusia.
Se anunció por los altavoces que llegaba la final del relevo 4x100, el momento estelar de una noche en la que ya se habían vivido los récords del mundo de 100 braza del surafricano Van der Burgh (58.46) y de 100 mariposa de la estadounidense Dana Vollmer. Phelps volvía al lugar donde el día anterior se «hundió» en los 400 estilos, una prueba en la que estaba invicto en los Juegos. Era su primer contacto con la competición tras el fiasco de la primera jornada, y nadaba en segundo lugar en su equipo. El cuarto estaba reservado para su verdugo el sábado. «Michael (Phelps) me ha felicitado por ganar la primera medalla para Estados Unidos», había reconocido Ryan Lochte. Y juntos estaban dispuestos a hacerse de oro. Juntos aparecieron en la piscina, resoplando uno y estirando el otro, al lado de Nathan Adrian y Cullen Jones, sus compañeros. Llegó al habitual silencio previo a la batalla, hasta que sonó la señal de inicio. El misil australiano James Magnussen y el estadounidense Adrian tomaron la delantera. Parecía que sería una batalla entre ellos y sus equipos, «yanquis» contra «aussies», las dos potencias de la natación mundial. A Phelps le dieron primero el relevo y el «Tiburón» se lanzó en busca de su pequeña venganza. En la piscina en la que se convirtió en humano, quería recuperar sus poderes y en parte lo consiguió. Fue el segundo nadador más rápido de los 32 que saltaron a la piscina. obtuvo un gran registro (47.15) que puso en ventaja a su país y que Jones logró mantener. Australia estaba atrás y Francia apretaba con Clement Lefert, que se pegó demasiado a la corchera primero, pero se recuperó y empezó la remontada. Le llegó el turno a Lochte, que apenas unos minutos antes había nadado las semifinales de los 200 libres. Al neoyorquino sólo le preocupaba lo que tenía a su izquierda. Pero el peligro estaba a su derecha. Australia acabaría desfondada y fuera del podio. El tercer lugar del cajón lo ocupó Rusia. El primero lo ocupó Francia. Los galos afrontaron el último relevo ya segundos. Los primeros 50 metros de Yannick Agnel fueron extraordinarios. Devoraba la piscina. Lochte lo tuvo encima ya antes de hacer el giro. Quedaba el último largo y el estadounidense opuso resistencia. Es un campeón. Agnel, al que no parecía afectarle haber nadado los 200 libres tanto como a Lochte, se dio un respiro para hacer el último esprint que le llevara a la gloria del oro. Le sacó un segundo a Lochte, ganó con solvencia y con el mejor registro con el que jamás lo había hecho en esa distancia, el más veloz de la noche (46.74) y lo consiguió en los Juegos.
La «Marsellesa» ocupó el puesto del himno americano en el podio. Pese a todo, Phelps sonrió cuando le colgaron la plata. «Por fin una medalla», dijo. Lochte y Agnel volverán a encontrarse hoy en la final de los 200 libres.
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