Atenas
Un paseo hasta el clásico
El Barcelona se dio un paseo por Atenas antes del clásico. Sin hacer caso de maldiciones griegas (en ese estadio perdió 4-0 la final de la Liga de Campeones en 1994), el equipo azulgrana goleó al Panathinaikos para firmar la clasificación para octavos de final sin esperar a la última jornada.
Y como primero de grupo. Dos tantos de Pedro, el habitual de Messi, que ya lleva diez partidos consecutivos marcando, incluido un tanto con Argentina, y un aumento de revoluciones tras el descanso permite al equipo español centrarse en el Real Madrid con el trabajo hecho en Europa.
Desde que se juega al fútbol en alevines hay un grito de guerra en todas las defensas que despejan un balón: ¡salimos! Es una de las primeras lecciones. Tras el grito, los jugadores intentan abandonar el área formando una línea, la que marca el fuera de juego. Los futbolistas del Panathinaikos salieron cada uno a lo suyo: dos por aquí, otro grupo por allá... No había línea y Pedro aprovechó el desconcierto para romper la posición antirreglametaria y convertir el pase de Alves en un tiro cruzado y un gol. Pedro castigó el fallo más gordo del equipo griego, que jugó a ser ordenado y a esperar, lo que entraña el riesgo de tener que rozar la perfección.
También supone poder salir rápido en las transiciones para asustar al rival, porque encontraba metros a la espalda de la defensa barcelonista. Eso lo tenían muy claro, sobre todo Luis García, ex del Barça, ex del Atlético y ex del Liverpool. Cada vez que el español cogía la pelota, la lanzaba lejos para que Cisse, ayer una especie de loco solitario, de yo contra el mundo, corriera.
No salió las tres primeras veces, pero a la cuarta el delantero francés se quedó solo frente a Valdés. El veterano goleador perdió en el duelo particular con el portero, que despejó la pelota de un manotazo con la izquierda. Ahí estuvo una de las diferencias de la noche: el Barça castigó el error de su rival; el Panathinaikos, no. Y hubiera sido el 1-0 para los griegos, pero Valdés volvió a ser un héroe que no llama la atención.
La otra gran diferencia es de calidad. La del conjunto español es mucho mayor y, lejos de relajarse, aumentó la presión tras el descanso, al ver que el trantrán era peligroso. En la primera parte jugó de paseo y después aumentó la velocidad en la ejecución de los pases y multiplicó la presión. El Panathinaikos desapareció, no podía, y el Barça empezó a imponer su «tiqui-taca» para firmar otro gol de ensueño: empezó Alves con el balón en la derecha, llegó a Xavi, que centró a Iniesta rápido y casi sin mirar. Andrés, ya en la izquierda, esperó a la subida de Adriano y este se la cedió a Messi al centro.
Un gran control de Iniesta seguido de una «asistencia» permitió a Pedro lograr su doblete particular. Guardiola, entonces, dio descanso a Xavi y Piqué. Busquets ni jugó, y ya van dos partidos consecutivos, algo raro. Un aficionado que saltó al césped para hacer una «peineta» a Messi fue la anécdota final. Leo ni se inmutó.
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