Literatura
La disputa verdadera
Al parecer, antes de las finales debe ser tradición chinchar al vecino y yo debo ser poco tradicional. Porque hoy, día de la final, a una no le sale lanzar bravatas ni malos modos, que para eso ya hay demasiada gente dispuesta a ensuciar foros y televisiones con faltas de respeto. Lo primero, cortesía obliga, felicitar a los sevillistas. Mover 30.000 tipos a mil kilómetros de casa no está al alcance de todos los clubes, así que sombrerazo virtual a los rivales que esperemos, por el bien de la estética, lleguen sin sombrero. Y no oculto mi alegría por no jugar en Madrid, eso sí. Por un lado por salir con los míos pero, sobre todo, para evitar que se me llenara la casa de sevillistas sedientos, que entre Suhpareja, Balbontín y Leyva iban a acabar con mis reservas anuales de botellines. Lo segundo, felicitar a los míos, a los 45.000 que van para allá a confirmar que el Atleti ha vuelto donde merece. En Barcelona espero coincidir con el Sr Haurie para dilucidar de una vez por todas, según las reglas clásicas, la verdadera cuestión esencial, la madre de todas las disputas entre las dos aficiones: ¿Mahou o Cruzcampo?
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