Barcelona

Una gran lección

 
 larazon

El balance de la visita de Benedicto XVI a Santiago de Compostela y a Barcelona se había hecho por anticipado. Con motivo de este nuevo viaje pastoral del Papa, los medios de comunicación se acercaban a la realidad del catolicismo en España. Se fueron conociendo unos datos y una presencia de lo cristiano en nuestra sociedad que a no pocos les sorprendía. La práctica religiosa, la catequesis y la enseñanza, la acción caritativa y social, la colaboración misionera con otras Iglesias, la presencia en numerosas asociaciones culturales, la vida parroquial, los institutos de vida consagrada… La Iglesia católica estaba viva y pujante en España. Con no pocos problemas, que más afectaban al empeño de una revisión sincera en camino para la fidelidad, que infundados temores de recesión. El Papa reafirmaba y fortalecía a la Iglesia de España, y la exhortaba a seguir con fidelidad un camino que es de firmeza en la fe recibida y de atención para renovarse continuamente en el servicio a la sociedad, particularmente en el cuidado de los más pobres. Éste es el mejor balance, el que llegaba desde el magisterio de Benedicto XVI.

El Papa ha dejado unas lecciones para seguir aprendiendo y una tarea que emprender sin retardo. El templo de la Sagrada Familia era un monumental y hermoso icono de cómo la Iglesia predica la fe de Cristo en medio de la cultura de un pueblo. La realidad del mundo se une a la historia de la salvación, el retablo de la fe se pone junto al pueblo, se une lo hermoso de las cosas con la suprema Belleza, que es Dios.

Asignatura permanente que seguir cursando y aprendiendo es la de la relación entre la fe y la razón, entre la verdad y la libertad, entre la justicia y la caridad fraterna. El Papa ha ofrecido dos maravillosas y prácticas catequesis acerca de lo que es nuestra vida como peregrinación, y la Iglesia, como santuario en este mundo y como signo de trascendencia. La Iglesia no se detiene, busca continuamente la fidelidad a la fe que transmitieron los apóstoles. Una Iglesia en el pueblo y con el pueblo, pero siempre en camino de renovación y de fidelidad, buscando su itinerario interior para hacerse visible en medio del mundo. «La Iglesia es ese abrazo de Dios en el que los hombres aprenden también a abrazar a sus hermanos» (Santiago. Catedral).

Enseñanza fundamental sobre la familia, la educación y el aprecio y defensa de la vida. No podían faltar las palabras del Papa que iluminaran sobre temas de tanta importancia. No hay que consentir el expolio de los valores más propios de la dignidad del hombre. Por eso la Iglesia se opone a cualquier forma de negación de la vida humana. Cristo ha enseñado «la dignidad y el valor primordial del matrimonio y la familia, esperanza de la humanidad, en la que la vida encuentra acogida, desde su concepción hasta su declive natural» (Barcelona. Ángelus).

Tampoco han faltado algunas advertencias sobre esas carcomas que quieren minar la vida cristiana, como son las que provienen del absurdo antagonismo entre Dios y el hombre. Más bien, ese encuentro entre El Señor y sus criaturas es fundamento de verdad y de libertad. Los avances científicos y técnicos son un progreso para la humanidad, siempre que sirvan para garantizar la vida de la persona y el reconocimiento de sus derechos, sin distinción alguna de género. «Es imprescindible que los nuevos desarrollos en el campo médico nunca vayan en detrimento del respeto a la vida y a la dignidad humana» (Barcelona. Niño Dios).

 El Papa invita a emprender una permanente campaña en favor de la concordia, la unidad, la libertad y la paz, mirando al futuro con esperanza, responsabilidad y solidaridad universal. Como punto de partida, el testimonio de Cristo y su Evangelio, y sabiendo que el vivir como hermanos no es una simple opción, sino algo esencial a la vida cristiana.

 Santiago y Barcelona han servido para recordarnos que somos peregrinos hacia un santuario definitivo, al que nunca se ha de perder de vista, durante el peregrinar, ni olvidar la fe que lo motiva y justifica, ni eludir las responsabilidades de justicia, caridad y misericordia que nos corresponden como cristianos.

Unas palabras para recordar siempre: hay una Cruz que acoge y orienta en las encrucijadas. Estrella orientadora en la noche del tiempo. Cruz del amor, la luz, el perdón y la reconciliación, para enseñarnos a vencer el mal con el bien. Cristo, en Benedicto XVI, sale al camino como amigo, padre y guía.