Acoso sexual

La crisis reduce las separaciones y ello propicia el aumento de los malos tratos

La crisis reduce las separaciones y ello propicia el aumento de los malos tratos
La crisis reduce las separaciones y ello propicia el aumento de los malos tratoslarazon

Valencia- La crisis económica está haciendo mella en todas las clases sociales y en todos los ámbitos de la vida.

Una de sus caras, quizá la más funesta, sea el aumento de los malos tratos, de la violencia de género, por una cuestión bien sencilla: la mujer antes podía permitirse irse de casa, o bien a una vivienda de alquiler o bien a casa de un familiar o amigos. Ahora, la crisis hace que en muchos casos esta posibilidad sea inviable.

El paro ha convertido el hogar de algunas mujeres en una prisión en la que soportan malos tratos psicológicos y también físicos. La imposibilidad de irse a otra vivienda, hace que las relaciones, ya de por sí quebradas, acaben siendo traumáticas.

Y soportarlo lo soportan, y lo soportan más que antes. Pese a que aumentan los atestados policiales por agresiones, se reduce el número de denuncias.

La dependencia del hombre hace que muchas de estas agresiones, que conllevan una intervención policial y, por lo tanto, un atestado, se silencian cuando tocaba ratificarse ante el juez.

Ahora, el número de agredidas silentes ha aumentado exponencialmente. Las mujeres saben que una orden de alejamiento que comporte la salida del hombre del domicilio conyugal, puede suponer el fin del pago del alquiler de la misma y, en consecuencia, el desahucio. Más aún, como sucede en muchos casos, cuando la relación de la pareja no está siquiera formalizada.
Además, aumentan las situaciones con «resultado objetivo». Con este término, jueces y fiscales hacen referencia a signos externos de la agresión. Es decir, que ahora muchas amenazas que antes se denunciaban, se callan, y la mujer acude a la Justicia cuando el acto violento se ha perpetrado y ha dejado «resultados objetivos» en su integridad, sea su rostro, sus dientes o su cuerpo.

La salida masiva de inmigrantes ha hecho que desciendan los casos de violencia de género en ese colectivo, que, según algunas procedencias, registraba índices muy superiores a los agresores nacionales. En algunas sociedades, el maltrato a las mujeres es una cuestión interna de cada una de las familias. Algo similar a lo que ocurría en España hace unas décadas.
Pero este descenso de la violencia de inmigrantes africanos, de la Europa del Este o latinoamericanos, se ha visto casi compensada por el aumento de la violencia que los españoles ejercen sobre las mujeres y que está reequilibrando las tablas, pese a la salida masiva de la inmigración.

También en las escalas sociales, la lacra de los malos tratos ha sufrido un ascenso de rango. Si antes era en las clases sociales más bajas donde se daban con más frecuencia los episodios de malos tratos, ahora estos hechos afectan de manera notable a la clase media, precisamente por la explicación que abría este artículo: la imposibilidad de la mujer de abandonar el domicilio que comparte con su pareja y, quizás, con sus hijos.