Córdoba
Con Nadal al fin del mundo
Rafa desespera a Tsonga y mete a España en su sexta final de la Davis en doce años. Argentina será el rival
«¡Viva la madre que te parió!», dijo una voz solitaria en la plaza de toros de Los Califas de Córdoba. «¡Viva!», respondió al unísono el resto de público. La madre a la que se refería es Ana María, y a quien parió hace 25 años es a Rafa Nadal, el faro de un equipo que está marcando época en la Copa Davis: por sexta vez en doce años, y por tercera en los últimos cuatro, jugará la final. Hay que subrayar la palabra equipo porque algunas de las eliminatorias se han ganado sin Nadal, sin ir más lejos la última, disputada en julio en Estados Unidos. «Yo no pude ir y gracias a ellos estamos aquí», concedió Nadal, un líder humilde, a sus compañeros y amigos. Pero con él todo es más sencillo. Él es el «jefe» que necesita el grupo y cada vez que el calendario se lo permite, ejerce, como ante Francia.
Ignorando el cansancio y las señales de su cuerpo, que le piden que pare, Nadal jugó dos puntos individuales en las semifinales y en ambos arrasó. Forget apostó por poner a Tsonga en lugar de Simon para el duelo de números uno. El jugador de origen congoleño estaba crecido tras la exhibición que dio en el dobles. Nunca se había medido con Rafa en tierra y pensó que era posible, porque en otras superficies sí ha logrado hacerle frente. Nada más lejos de la realidad. Esta vez no fue una cuestión de dejadez, como les sucedió a sus colegas en la jornada inaugural. Fue una cuestión de incapacidad. Tsonga lo intentó, pero desde el principio el español lo sacó del partido a raquetazos. Nadal no le dio ni un momento de respiro. Le torturó con su derecha, especialmente venenosa por el calor que hacía y por lo seca que estaba la pista. Esas condiciones multiplicaban los efectos del golpe de Nadal: cada vez que la pelota botaba, subía mucho y Tsonga se la tragaba con el revés. Cuando intentó cubrírselo y golpear de derecha, llegaba tarde y también la mandaba fuera. El francés no aguantó los intercambios y, además, su poderoso servicio tampoco incomodó a Nadal. El español estuvo impecable al resto y amenazó cada saque de su rival. Tsonga sirvió doce veces y sólo ganó un servicio cómodo. En ocho ocasiones sufrió pelotas de «break» en contra y en seis Nadal logró la ruptura. El manacorense, en cambio, no ha cedido ni una bola de «break» en sus dos partidos. No es que sea fácil, es que Rafa hace que lo parezca. No es que los rivales fallen más contra él, es que él les fuerza tanto que les obliga a fallar. Después, Verdasco se impuso a Gasquet para firmar el 4-1 definitivo.
Argentina será el rival en la final (2-4 diciembre) y Valencia se presume como la sede. Madrid también quiere, pero para los jugadores es dar ventaja a los rivales por su altitud. «Preferimos a nivel del mar», reconoció Albert Costa.