Blanqueo de capitales
Había una vez por María José NAVARRO
Se quejan los escrupulosos del circo mediático alrededor de los mineros y a mí me parece que por primera vez merece la pena un circo. Ni les cuento uno que sea mediático. Se quejan de los cuarenta minutos de media contados por cada uno de los treinta y tres mineros encerrados ahí abajo durante dos meses y medio
Se quejan del presidente chileno y de su exposición mundial, de las historias particulares, de los detalles escabrosos e íntimos, de los chismes privados, del seguimiento exagerado, se quejan, en fin, de la era de la información, donde todo lo que pasa puede ser narrado en directo y especulado con antelación. Se quejan y miran al mundo con el gesto del que huele mierda con un palito, aunque a algunos no nos cuesten prendas reconocer habernos emocionado hasta la lágrima con este entierro letal y su desenlace feliz.
Mientras esto perpetro, veo a la Pantoja mirar al mundo como si el mundo le debiera una. Lo hace cuando entra a un juzgado porque la acusan de blanquear dinero y de nuevo suenan alarmas por el circo mediático. Ay, madre, otra vez el circo. Qué mala es la Prensa que sigue tanta historia real, qué malvada, que siempre quiere montar un circo. Y el circo, que es, además, corrosivo, va y le rompe el vestido a la Pantoja, válgame la Virgen de Atocha. Pobre Pantoja, a ver si la absuelven, que canta que te mueres, no se merece esto a pesar de su mal gusto para con los alcaldes, y concretamente, para el gusto de los alcaldes con el urbanismo y la elección de socios de gobierno. Que saquen una hucha, que meto cinco duros, no vayamos a buscarle más líos a una señora con un pelazo tan largo y tan negro y que tanta pena arrastra porque sufre un juicio paralelo desde los medios.
Ay, los medios y el circo de los medios, Ángela María. Y a todo esto va y se muere también Antonio Puerta, el agresor de Neira, y del piso en el que se le encuentra muerto sale una señora imitando a la Pantoja con aquello de «no me vais a grabar más», excepto, claro está, si me pagáis. Por si no le faltaba nada más al caso, aparece una aprovechada, su agente, la presunta novia de la que se espera visita a plató, y no se descarta que el agredido abra el buzón y suba el pan, tal y como nos tiene acostumbrados. La culpa es de los medios, leche, que tienen el circo lleno.
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