Nueva York
Crónica de un adiós anunciado
Con la decisión de dejar Barcelona, la feria textil Bread & Butter pone sobre la mesa la falta de un buen escaparate en la ciudad para vender moda.
Apenas 36 meses han bastado para que una pésima gestión institucional acabe con todo un imperio de creación. Primero, Barcelona perdió por goleada la pugna con la pasarela Cibeles de Madrid, y vio cómo sus estrellas locales se decantaban por la capital. Después de aniquilar su pasarela más internacional, en 2005 se desmarcó con un proyecto que apenas conocen los propios barceloneses. Por último, esta semana ha dejado escapar a su último talismán: la feria de tendencias urbanas Bread & Butter.
«Que nadie espere que con nosotros se repitan las fiestas pijas de Gaudí». Con esta frase, el consejero de Innovación y Empresa, Josep Huguet, comenzó una nueva política que olvidaba a los diseñadores consolidados que desfilaban en la ciudad. Las malas relaciones de la Generalitat con los creadores provocaron el éxodo de grandes como Lydia Delgado, Josep Abril, Josep Font, Victorio & Luchinno, TCN, Armand Basi y el más sonado y plagado de reproches, el abandono de Antonio Miró. Todos se fueron. Sólo los jóvenes eran válidos para los planes del ejecutivo catalán y, aunque es innegable el talento que desprenden, la pésima organización de la Pasarela 080 Barcelona Fashion –sustituta de Gaudí– no ha conseguido la proyección esperada, ni siquiera en la propia ciudad.
A esta cadena de despropósitos hay que sumarle la marcha anunciada esta semana de Bread & Butter. Después de ocho ediciones, los alemanes deciden volver a Berlín y situar su certamen de tendencias urbanas en el antiguo aeropuerto Tempelhof, una huida que ha llegado cargada de polémica. Eso sí, nunca se casaron con nadie, y, desde el principio, su director, Karl-Heinz Müller, dejó claro que este maridaje no era un matrimonio para toda la vida.
Dejando de lado que la feria da a la ciudad más de 200 millones de euros anuales y que en tres días más de 90.000 personas copan hoteles, bares y restaurantes, esta pérdida deja a Barcelona huérfana en el mundo de la moda. Una situación impensable hace tres años. Una pérdida que «se veía venir» entre los creadores catalanes. «Todo el mundo sabía que la feria no sería eterna. Los alemanes se van, nos han dado alegrías durante cuatro años, pero nunca aseguraron su permanencia», declaraba al respecto Antonio Miró. Para Josep Abril, no obstante, «es una feria comercial que no tiene nada que ver con el diseño, por lo que no puede afectar a la creación».
El pasado miércoles, el certamen arrancó con el rumor de su huida en boca de todos: «Es una pena que abandone Barcelona, porque la proyectaba internacionalmente», declaró el diseñador alemán afincado en Londres Markus Lupfer, de Armand Basi. Con el «stand» más central de la feria, Custo Dalmau lamentó la última pérdida de la ciudad. «Barcelona tiene ahora la oportunidad de levantar una cita de las mismas características, Bread&Butter ha demostrado que puede atraer a 90.000 personas por la moda, aunque sólo una buena organización lo conseguirá». El catalán no cree que siga a B & B en su edición berlinesa: «Ésta es una feria de denim y sport, y nosotros estábamos aquí porque somos locales, era una oportunidad para realizar un desfile y montar una fiesta. Antes jugábamos en casa; ahora, no». Sin duda, la Ciudad Condal echará de menos sus desfiles y sus antológicas fiestas de cada edición. Otra diseñadora que no sabe si se trasladará a Tempelhof es Sita Murt, que, al igual que Custo, ya participa en la feria berlinesa de moda Premium.
Nueva oportunidad
Con todo, la Generalitat prepara un nuevo modelo en moda, una remodelación de Gaudí que, bajo el nombre de «Barcelona Fashion Place», tratará de recuperar a los consolidados para devolver a la ciudad el «glamour» de antaño. «Rectificar es de sabios» declaró Miró preguntado el respecto. Su equipo, al igual que el del resto de creadores emigrados, se ha reunido en las últimas semanas con el Govern para analizar un posible plan de moda que una capital público y privado y que vuelva a los esquemas del pasado. Cibeles ha dejado el listón muy alto y mucho tendrá que prometer la Generalitat para conseguir los éxitos del pasado. «Al desfilar, un diseñador busca conseguir proyección internacional –explica al respecto Custo– «y si la Generalitat tiene la capacidad de inversión como para atraer a todos los grandes, que lo dudo, entonces me podría repensar el desfilar aquí. Pero para que esto llegue al nivel de Nueva York, se necesita mucho trabajo».
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