Londres

Cuántos planes de salvamento necesita EE UU para salir de la crisis

La Razón
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Michael Smith, un chófer del banco de inversión de Lehman Brothers, esperaba con la puerta abierta de su coche a uno de los ejecutivos de la entidad bancaria la mañana del 18 de septiembre del pasado año sólo tres días después de que la entidad se declarase en bancarrota. El joven afroamericano tomaba un croissant en plena calle justo en la acera de la sede de banco en Manhattan. Michael no es analista, pero reconocía que «las cosas han cambiado. Ahora mis jefes comen un bocadillo en 15 minutos. Antes había siempre 15 automóviles de lujo a la entrada de las oficinas. Ahora mira, somos sólo tres», analizaba Michael a LA RAZÓN con una sonrisa. Tenía razón: se acabó la fiesta. Mientras el joven hablaba con este periódico se veía a agentes de Bolsa que salían con cajas de cartón con sus pertenencias de Lehman Brothers. Entonces, no lo sabían. Pero, todavía quedaba lo peor. Las bases del país capitalista por excelencia se iban a tambalear e, incluso, los políticos más conservadores se iban a atrever a hablar de nacionalizar la banca, algo impensable justo antes del verano. Pero, las reglas del juego ya habían cambiado sin que nadie se hubiese enterado. El día que cayó el banco de inversión Bank of America anunció la compra de Merril Lynch. Washington tuvo que acudir en ayuda de la aseguradora AIG con 85.000 millones de dólares, dos días después la Casa Blanca presentó el primer plan de rescate de 700.000 dólares, el 26 de septiembre la Fed se hizo con Washington Mutual. El 29 de ese mes la Cámara de Representantes rechazó la operación de salvación en el Congreso, mientras Wall Street protagonizó el peor descalabro de su historia desde el 11 de septiembre. Ya se conoce como el lunes negro. Todo ocurrió en 7 minutos. A las 13:30 el plan se rechazó en la Cámara Baja por 228 votos en contra y 205 a favor. Siete minutos después, a las 13:37 Wall Street cayó en picado. Perdió un billón de dólares. A las 13:45 los políticos republicanos que rechazaron el plan se excusaron con que les había molestado las palabras de Pelosi. En realidad, su negativa se produjo porque temían que Wall Street se pudiera aprovechar del contribuyente. Entonces, no lo sabían pero un mes después la Reserva Federal iba a tener que acudir hasta en dos ocasiones más en ayuda de AIG y quedaba el escándalo del cobro de las primas a los ejecutivos que han creado las «unidades económicas» responsables de esta crisis. Después llegó el plan de reactivación de Obama, con 789.000 millones de dólares, que necesito semanas de presiones para sacarlo adelante. Ayer el demócrata llegó a Londres para participar en la cumbre del G-20.