Pamplona

«Daniel quería aprender a torear»

«Daniel quería aprender a torear»
«Daniel quería aprender a torear»larazon

MADRID- «Me había pedido dar clases de toreo, pero no tuve tiempo». El que habla es Jorge Martínez «Paquiro», un torero que contaba «con el mejor mozo de espadas del mundo: Daniel Jimeno». La afición a los encierros del joven alcalaíno no se limitaba a las carreras en los sanfermines o en otras fiestas populares, también se acercó al mundo del toreo y quien sabe si, en un futuro, hubiese tomado la alternativa. «Cuando entrenaba conmigo, me pedía que le enseñara a usar el capote y las muletas, quería manejarlas no sólo cuando me las daba en la plaza», cuenta Paquiro, que corrió con él un encierro hace un par de años. «El corría en el siguiente tramo por delante de mí, yo empezaba al final de Estafeta y el terminaba en el callejón -recuerda-, y luego nos fuimos a desayunar juntos». Como los buenos corredores, los de las sagas familiares, Daniel siempre corría en el mismo lugar y se preparaba muy bien para el encierro. «Se santiguaba, estiraba y entrenaba», afirma el torero. El padre de su novia defiende también que se tomaba muy en serio lo de correr. «Nunca bebía, se acostaba temprano y desayunaba bien antes de entrar en el encierro, luego ya salía un ratillo para disfrutar de las fiestas, pero siempre después de correr», asegura. «Llevaba desde los tres años con la afición y había corrido muchas veces, era un experto no me explico qué ha pasado, si se hubiese levantado hacia el otro lado igual no le habría hecho tanto daño», añade entre lágrimas. Paquiro también reconoce que viendo las imágenes de la cogida «me he quedado helado». «Su pasión por los toros no era sólo para correr, sino también por ser mi mozo de espadas, la persona más cercana al torero», explica Paquiro, que contaba con Daniel desde que tomó la alternativa en 2006. «Él me ayudaba a vestirme, se le caían las lágrimas cuando lo hacía y sólo no era mi mozo cuando toreaba a diario, porque no podía dejar su trabajo», explica el torero, que ahora lamenta no haber podido enseñarle delante de una vaquilla. «No cabe duda que en algún momento habría venido conmigo y habría toreado», lamenta. «Cuida los sanfermines» Los restos de Daniel llegaron ayer, sobre las tres de la tarde, al Cementerio el Jardín de Alcalá de Henares desde Pamplona. La alcaldesa de la capital navarra, Yolanda Barcina, que acudió a despedir al féretro y a los familiares del joven, recibió un encargo de la hermana del fallecido: «Cuida los sanfermines». En Madrid, medio centenar de familiares y amigos acogieron a la familia en un multitudinario abrazo al llegar al tanatorio. Todos los amigos de la pareja se fundieron con Cristina, deshecha en lágrimas como la mayor parte de sus compañeros de la peña «Puerta de Alcalá», fundada por el joven. El abrazo entre los padres de Daniel y Cristina también mostró el enorme vacío que el joven deja en su entorno. Su madre, que había viajado en un vehículo distinto a su novia, corrió a volverla a abrazar, unidas por el dolor. Se vivieron momentos de tensión cuando algunos amigos de Daniel protestaron por la presencia de los medios de comunicación que cubrían el acontecimiento. Sin embargo, entre los familiares la situación era tan dura que no prestaron atención a las quejas de aquellos que la noche del viernes se habían concentrado en la plaza de Cervantes de la localidad para conmemorar a uno de sus mejores amigos. Los homenajes, en forma de flores, de visitas de familiares, amigos y conocidos del muchacho, también se vivieron a lo largo de toda la noche en el velatorio por el joven.