Sevilla
Emilio Carrillo consuma su última dimisión con dardos a Monteseirín
Emilio Carrillo consumó ayer su despedida de la Delegación de Recursos Humanos y del propio Ayuntamiento, pese a los esfuerzos del secretario provincial del PSOE, José Antonio Viera, para que al menos continuara su labor como concejal y ofreciendo un buen ejemplo de lo que significa «morir matando». El ex vicealcalde, ex delegado de Economía, de Hacienda, de Urbanismo y de Recursos Humanos finiquita con duros ataques contra el alcalde y su equipo una carrera política municipal de diez años, en los que le ha dado tiempo a oscilar desde la órbita de Alfredo Sánchez Monteseirín hasta el entorno de Viera, el gran enemigo del regidor en el PSOE de Sevilla.Cumpliendo su propio guión, Carrillo comenzó a oficializar su decisión a las once de la mañana en una reunión con el secretario provincial socialista en la sede del partido. Todo estaba hablado entre ellos, pero el todavía concejal quiso dejar claro a Viera que su dimisión como delegado de Recursos Humanos es «irrevocable» ante lo «insostenible» de su situación, en permanente conflicto con el ala «crítica» del grupo municipal del PSOE, afín al alcalde. Según el escueto comunicado emitido por la ejecutiva provincial, los esfuerzos de Viera por «persuadir» al edil fueron inútiles y Carrillo se mostró en todo momento «firme», así que «de mutuo acuerdo» acordaron que «lo mejor para la gobernabilidad del Ayuntamiento es que deje su acta de concejal». A las 13:00 horas, el interesado ya había formalizado en el Registro Municipal su renuncia, aunque no será hasta mayo cuando se materialice en Pleno su retirada en favor de Cristina Galán, la siguiente en la candidatura socialista para las últimas elecciones municipales.El escrito puede considerarse de todo menos aséptico, como suele ser habitual en sus actuaciones políticas. Emilio Carrillo evidencia que su despedida de Recursos Humanos es voluntaria, pero sobrevenida debido a las presiones sufridas prácticamente desde el 18 de septiembre de 2008, cuando accedió a una «delegación impuesta, que sólo conocí una vez firmada la correspondiente resolución».Tras este primer dardo envenenado a Monteseirín, el concejal explica que «por sentido de la responsabilidad, opté por asumir las tareas encomendadas y acometer su desempeño con el mayor entusiasmo e inteligencia posibles», en favor de los más de 5.000 empleados municipales y de la calidad de los servicios al ciudadano.Sin modestiasCarrillo no tiene reparos en reivindicar sus logros. Según Europa Press, recuerda que en sus siete meses al frente de Recursos Humanos consiguió «restablecer el diálogo y el clima laboral» en el Ayuntamiento, que estaba «francamente deteriorado desde finales del pasado mandato municipal».Como ejemplos, cita la oferta pública de empleo de 2008, el reglamento de permisos del personal, la culminación del proceso de promoción de puestos de trabajo y la negociación colectiva para 2009.Recuerda que este último proyecto repara «una amplia batería de incumplimientos» anteriores y supone el punto crítico en sus conflictos con el alcalde. Carrillo considera que las «trabas operativas y políticas dirigidas de manera consciente a reducir, cuando no impedir, la eficacia» de su gestión llegaron «al extremo» cuando la junta de Gobierno local paralizó el acuerdo.La otra gota que colmó su vaso fue la «desautorización» en el desalojo del edificio de Diego de Riaño, donde «está en juego, ni más ni menos, que la integridad física de decenas de personas». Emilio Carrillo resume su dimisión en el «convencimiento de que nada de esto ocurriría si fuese otro el concejal responsable, y de que los principales afectados por tan absurda situación son quienes menos se la merecen». Dicho todo, sólo le queda regresar a sus puestos en la Diputación y la Hispalense.
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