España

Entrevista con Jesús Neira: «Todavía vivo un infierno»

Un año después de la agresión intenta rehacer su vida: aún no puede ducharse solo o coger el coche

Entrevista con Jesús Neira: «Todavía vivo un infierno»
Entrevista con Jesús Neira: «Todavía vivo un infierno»larazon

MADRID- Sentado con una copa de vino, Jesús, está tranquilo. Acaba de llegar de la playa y parece que las vacaciones le han sentado bien. Es sábado al mediodía y quedan apenas unas horas para que se cumpla el aniversario del fatídico día. A su lado descansa la muleta que aún necesita para caminar. Su otro gran apoyo, Isabel Cepeda, le da las últimas instrucciones. «Cuando acabes llámame y vengo a buscarte. Tengo que ir a deshacer las maletas», le da un beso y desaparece del restaurante.–Tiene muy buen aspecto–No sé. A veces las apariencias engañan. Estoy en rehabilitación (una hora al día), pero todavía me queda mucho. No puedo llevar una vida normal. Hay infinidad de cosas que no puedo hacer como ducharme solo, coger el coche, afeitarme con dos manos...–¿Y de ánimo?–Bueno, intento mantener el sentido del humor, me parece esencial en la vida, pero no sé.–Mañana (por hoy) se cumple el aniversario del enfrentamiento que le cambió la vida, ¿lo afronta o espera de algún modo especial?–En absoluto. No pienso apenas en eso. Ni antes ni ahora. No va a significar nada especial ni lo voy a vivir de una forma distinta a cualquier otro día.–¿No piensa en eso?–No, no. No ocupa tiempo en mi vida, ni lo revivo, ni hablo de ello.–¿Qué le dijeron sus hijos?–No lo hemos comentado.–¿No han hablado de lo que pasó?–No, supongo que alguna vez tendremos que hacerlo, pero de momento, no ha surgido.–¿Qué pasó el pasado 2 de agosto?–Pues recuerdo todo. Estaba con mi hijo Alejandro en Villanueva de la Cañada tomando algo. Volvíamos a casa y me pidió que parásemos a por un refresco. Entonces fue cuando vi cómo este individuo maltrataba a una mujer.–¿Cómo?La estaba pegando, con la mano levantada. Yo intervine, y cuando me disponía a entrar en el hotel para llamar a la Guardia Civil, esta cucaracha, que es capaz de poner la mano encima a una mujer me atacó, como hacen los cobardes y las cucarachas, por la espalda.–¿Recuerda el momento?El momento no, pero me golpeó fuerte y me rompió tres costillas.–Sabe que Violeta Santander mantiene que estaban discutiendo y que no la pegaba.– La estaba pegando. Ojalá hubiese habido cámaras y se pudiera comprobar. Además, no hay que olvidar que hay un testigo que también vio toda la escena que es mi hijo.– ¿Volvió a ver a Violeta Santander después de ese momento?– No.– ¿Cómo fueron las horas posteriores a la agresión?– Me sentía mal. Sabía que algo no iba bien. No soporto los hospitales, no me gustan nada. Si fui tres veces en 48 horas, era porque me encontraba mal.– ¿Qué falló?– No me hicieron ninguna prueba. En los tres centros expliqué mi situación, que tengo una válvula cardíaca, que tomaba sintron. No se molestaron en hacerme pruebas.– ¿La situación en la que se encuentra ahora es consecuencia de una negligencia médica o de los golpes que le propino su agresor?– De los golpes, tuve un derrame, el tema de los hospitales es otro que no ayudó.– ¿Qué le dice el nombre de Antonio Puerta?– Es una cucaracha, un cobarde, un hijo de perra.– ¿Le guarda rencor?– No es rencor, pero me parece que es una persona que no debe estar en la calle.– Sabe que su situación de prisión provisional podría cambiar y salir en libertad bajo fianza– No. Si ese individuo sale a la calle, demandaré al juez por prevaricación.– Pero la justicia permite ese cambio de situación judicial y Puerta lleva un año en la cárcel– Puede estar hasta cuatro años de prisión provisional y mis abogados me aseguran que se puede pedir una pena de hasta nueve o diez años por lo que hizo.– Entonces, actuará si finalmente consigue salir a la calle.– Sí, me parecería muy injusto. Yo he vivido y sigo viviendo un infierno. Todavía me tienen que hacer pruebas para ver cuáles son las secuelas por las que tendrá que responder.– Qué le diría a Antonio Puerta.– No tengo nada que decirle y preferiría no hablar más de este tema. – ¿Qué le ha enseñado esta vivencia?– Pues he aprendido mucho. Por ejemplo, a disfrutar de las cosas pequeñas de la vida. Caminar, por ejemplo, darse una ducha. Ahora valoro mucho más las pequeñas cosas.– ¿Le ha cambiado la experiencia?– Creo que no. Yo siempre he tenido un carácter muy fuerte. Dicen algunos por ahí que soy un machista. En cambio, tengo amigos que dicen que el hospital me ha afeminado. Así que no sé. ¿En qué quedamos? O soy machista o más femenino...– ¿Recuerda el momento en el que despertó?– Sí, tenía a tres hombres con bata blanca a mi alrededor. Entendía todo lo que me decían y podía seguir la conversación. La memoria la tenía intacta. Me tuvieron que explicar qué hacía ahí, pero recordaba lo sucedido con nitidez.– ¿Qué tal fue darse cuenta de que se había convertido en un héroe y que la gente le reconociese por la calle?– Pues no sé, tampoco fui muy consciente. Vi algún periódico, pero no leí ni he leído la Prensa de esos días. El apoyo de la gente se agradece. Muchos se acercan y te dan cariño. Está bien, pero no me ha cambiado.– Siempre ha dicho que lo volvería a hacer si se encontrase a una mujer en peligro, pero ¿se arrepiente de algo?– Sólo me arrepiento de haberle dado la espalda a esa cucaracha. De no haberme dado la vuelta y haberle partido la cara.– ¿Sus hijos sufren secuelas por lo sucedido?– Yo los veo bien, creo que no tendrán ningún problema en el futuro.– ¿Criticaría algo de la forma en la que su mujer, Isabel Cepeda, manejó todo el asunto?– No, todo lo que hizo creo que estuvo bien.– Se especuló con la idea de que antes de la agresión su relación con ella pasaba por un mal momento. Incluso se habló de una tercera persona. – No. Ni hablar. Yo nunca he estado así con ella. Nunca hemos tenido esa clase de problemas.– Ahora es todo un símbolo en la lucha contra la violencia machista, ¿qué opinión le merece la ley integral de violencia de género de Zapatero?– Muy bien. Es un tema complicado. Creo que es una materia muy difícil que hay que arreglar desde distintos puntos de vista. No es lo mismo que una mujer pegue a un hombre que al revés. – ¿Qué opinión le merece la ministra de Igualdad, Bibiana Aído?– He tenido una relación muy buena con ella. Se ha portado bien y ha estado correcta. Ha venido a visitarme al hospital, bien, muy bien.– ¿Ya puestos a valorar, qué le parece Zapatero?– Un joven de los 70, pero a día de hoy. Con ideas extremas, no me gusta su forma de gobernar. España está viviendo un mal momento. – ¿Y Rajoy?– Muy bien, me gusta. Me parece que sería bueno llevando un pelotón, quizá no tareas más complicadas.– ¿Es más de Esperanza Aguirre?– Creo que es una buena líder, competente y una persona a la que podría encomendarsele una labor importante. Me gusta y me parece que hace muy bien su trabajo.

«A Violeta le deseo que sea feliz»- ¿Le guarda rencor a Violeta Santander por negar que Antonio Puerta la agrediera? –Por supuesto que no. Cómo voy a tener un sentimiento así con una víctima. Ella es una víctima. No, no puedo sentir rencor ni nada parecido hacia ella.- ¿Lo volvería hacer? Salvar a alguien que no quiere ser salvada –Claro. Es que no es una cuestión de querer o no querer que te defiendan. Es un instinto, te sale. No lo piensas, hay que tener en cuenta que reaccionas en milésimas de segundo, no te paras a pensar, no lo racionalizas. Te sale.- ¿Si pudiera decirle algo a Violeta qué le diría?–Yo a Violeta sólo le deseo que sea feliz, sinceramente.- ¿Ha visto sus intervenciones en televisión y las declaraciones qué hizo en su momento?–No, no he visto nada, tampoco me interesa.- Ella, al parecer, mantiene todavía la relación sentimental con su agresor. ¿Le recomendaría que rompiese el noviazgo?–No, yo no soy nadie para dar consejos. Cada uno es muy libre de hacer lo que quiera. Todos tenemos esa libertad.

PerfilCaballero andante con muletaEs difícil hacerle sonreír e igual de arduo alterarlo. Sólo levanta la voz y se pone ervioso al hablar de Antonio Puerta. Ni siquiera el nombre de Violeta Santander le produce reacción alguna, pero en su voz se descubre una indiferencia que, a la postre, se convierte en dulzura. Como si todavía, un año después, estuviese intentando protegerla. Serio al principio, marca distancias y habla mirando a los ojos. Su paso por el hospital le ha hecho perder peso y aún ayudado con una muleta, Jesús Neira tiene una prestancia y una presencia poco comunes hoy en día. Casi recuerda a un héroe de antaño, un «quijote» o caballero andante al que han robado su fuerza. Aparentemente, porque cuando sentencia nadie adivinaría que el hombre que habla necesita de otras personas para acciones cotidianas o pensaría que ha estado luchando contra la muerte. Bromea con las especulaciones sobre su vida y, ya relajado y sonriendo, le espeta a su mujer «tengo que contarte algo, por lo visto he tenido un rollo con otra». «Ya lo sabía», contesta. «¿Y por qué no me lo has contado?»