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«Gabo es un pensador como Maquiavelo no olvida el poder»

Gerald Martin publica la biografía «tolerada» de Gabriel García Márquez. Un exhaustivo retrato con un borrador de 3.000 páginas y 17 años de trabajo.

«Gabo es un pensador como Maquiavelo no olvida el poder»
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«Es un fenómeno irrepetible. No puede haber otro en un siglo». Gerald Martin (Londres, 1944) recuerda las palabras que hace tiempo pronunció la agente literaria Carmen Balcells para explicar la expectación mediática que despierta Gabo desde que apareció en las librerías «Cien años de soledad». «En realidad, pertenece a otra generación. A otra época. Ya ni siquiera publica novelas, y menos novelas tan grandes como aquéllas. Sin embargo, la gente sigue obsesionada con su figura». «Tolerada»Jorge Luis Borges afirmaba que todo escritor debía tener un biógrafo inglés. El autor de «El otoño del patriarca» tiene el suyo. Y, por el resultado, es muy concienzudo y voluntarioso. Le ha dedicado 17 años de su propia vida para escribir la de él. El Nobel, agradecido, ha recompensado su trabajo con una palabra magnánima para que añada a la faja del libro: «Tolerada». Gerald Martin publica en España «Gabriel García Márquez. Una vida» (Debate). Una monografía exhaustiva que, en el fondo, es la síntesis de un libro más extenso que verá la luz en el futuro y que incluirá más datos y delineará aún con mayor precisión todas las controversias políticas y humanas que lo rodean. «"Cien años de soledad"supuso la coronación, el clímax del "boom". Nadie sabía en Iberoamérica que esperaba ese libro, pero cuando salió entendieron que era la novela que aguardaban. Carlos Fuentes dijo que era la Biblia, Vargas Llosa lo comparó con el Amadís de Gaula, y Pablo Neruda con el Quijote». Una admiración que ha superado todas las críticas y que ha eclipsado la literatura de su alrededor: «Sin él no existiría Isabel Allende, Salman Rushdie o el escritor del Tercer Mundo. En África y la India existen autores que escriben con las mismas técnicas retóricas que él», comenta Martin. Despertó admiración y respeto menos en una persona. Un rebelde. Él abrió de nuevo el camino: Roberto Bolaño. «Gabo estaba resentido con "Cien años de soledad". A veces se le ha culpado de ese éxito, como si hubiera tenido que dejar de escribirlo. Luego llegó Bolaño. Él podía haber sido un escritor del "boom". Pero él ya es el escritor del siglo XXI. Crea una obra posmoderna, totalizante. Gabo jamás intimidó a Bolaño. A Roberto nunca le gustó ese tipo de literatura. Él es un fenómeno "post muro de Berlín". Bolaño es gigantesco. Lástima...». El «boom» estalló por un nombre: Heberto Padilla. Relució en 1968, augurando el fin de una generación de escritores. En 1971 acabaría con ella. Castro detuvo a Heberto Padilla. Se silenció a un autor y los escritores se revelaron contra el régimen de la isla. Todos, menos García Márquez. «Me confesó que sufrió mucho. Todos eran buenos amigos, compañeros; todos más o menos socialistas. Hasta que viene lo de Padilla. Fue una decisión de los otros romper con Gabo. Él podía ser amigo de ellos. Tiene buenas relaciones con otras personas con opciones políticas diferentes, como Mutis, que es conservador y monárquico, o incluso Octavio Paz, que lo criticó. Él pudo seguir esa amistad. Es un hombre conciliador, que perdona». Pero si existe algo legendario en la vida de García Márquez es su relación con el poder: «Es un hombre de una ambición increíble para triunfar en la literatura, pero también quería aspirar a cierta dignidad. Por eso se dio cuenta poco a poco de que su último interlocutor era Castro. Sabía que no tenía rival en la literatura y que Fidel no tenía rival en la política en América Latina». Gerald Martin explica una contradicción: «Él era socialista, pero consideraba que la URSS era imperialista, que no hacía caso de América Latina y que estaba dispuesto a sacrificar a todos los países por sus intereses. Por eso ve en Cuba un símbolo de la dignidad de América Latina. Un país capaz de romper el azar del nacimiento y dar a los niños, que en otros lugares pasan hambre, una educación, una sanidad...». La fascinación del poderEl golpe de Estado en Chile repercutió de una manera definitiva en García Márquez. La política interfería en la amistad, al tiempo que el escritor se arrimaba a las principales sillas del poder: «La militancia política de Gabo es más seria de lo que la gente cree. Se le ha intentado desacreditar. Pero él no es un militante fanático socialista. Es un hombre práctico que no quiere perder amigos. Es capaz de hablar, en efecto, con Bill Clinton o con Felipe González. Pero no con un fascista. Él no busca a los políticos. Son los políticos los que le buscan a él. Gabo no necesitaba a Castro. Castro a él, sí. García Márquez veía a Castro como una liberación para Iberoamérica. Su fascinación con el poder es su fascinación con la política. Gabo es un pensador como Maquiavelo o Shakespeare. No olvida el poder. Pero no ser su siervo. Está más allá de esa percepción. En "El otoño del patriarca"nos demuestra que las relaciones de poder están en todas partes». El otro punto conflictivo es Vargas Llosa. Su amistad se quebró como un junco con aquel «punch» que el peruano le dirigió a Gabo y que le dejó tumbado en el suelo. «He cotejado todas las versiones. No me convence ninguna. La verdad sólo la conoce Patricia (la mujer de Vargas Llosa)». Pero Gerald promete un capítulo más extenso sobre esta cuestión en la versión ampliada de este libro.Cifras de una biografíaMás de 300 entrevistas. Unas 3.000 páginas de borrador y 17 años de trabajo. Gerald Martin ha escrito la biografía «tolerada», no «autorizada» de Gabriel García Márquez. Retrata al que considera el escritor más conocido de la segunda parte del siglo XX. Cuenta sus inicios, en Aracataca, el descubrimiento de Europa, la fama, el impacto de la Revolución Cubana y sus amistades: Clinton, Castro, Vargas Llosa o Cortázar.