Andalucía
Insectos contra insectos
El control biológico de plagas en agricultura gana cada día más adeptos. Libres de sustancias químicas, depredan contra las diferentes amenazas que se ciernen sobre los cultivos sin menoscabo para la salud y el medio ambiente.
Muchos de los productos que nos rodean contienen aditivos peligrosos para la salud y el medio ambiente. Algunos nos los llevamos al paladar. Así, algunos de los plaguicidas utilizados (de forma legal) en la agricultura se han elaborado con sustancias químicas que pueden provocar cáncer, afectar a la reproducción o ser neurotóxicas. Por ello, el Parlamento Europeo ha decidido prohibir que en la fabricación de pesticidas se empleen sustancias químicas con efectos muy tóxicos para la salud, como las cancerígenas, mutagénicas, las que afectan a la reproducción, así como aquellas que resulten dañinas para las abejas. Con la nueva directiva también se prohibirán en 2011 sustancias químicas persistentes, bioacumulativas, tóxicas y disruptores endocrinos. Respecto a estas últimas, desde la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (Aepla) aseguran que es imposible saber qué ingredientes serán prohibidos, ya que aún no se han definido estos efectos. Sea como fuera, según el informe realizado por la Agencia Química sueca, unas 22 sustancias peligrosas desaparecerán del mercado. En contra de esta cruzada, algunos aseguran que resultan esenciales para producir cosechas competitivas. Sin embargo, varios ejemplos denotan que no tiene por qué ser así. Contra las plagas también se puede actuar como se ha hecho siempre, insectos contra insectos, depredadores contra plagas. La vuelta a los orígenes, a lo que se ha hecho siempre, además de impulsar la innovación puede incrementar las ventas, o al menos no frenarlas, tal y como sucedió «en 2005, cuando a España le resultó más que difícil vender sus productos mediterráneos a Alemania», recuerda Luis Porcuna, jefe de la sección de Sanidad Vegetal de la Consejería de Agricultura de la Comunidad Valenciana y asesor de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica. «Todos los productos cumplían el reglamento europeo de niveles de residuos, sin embargo el consumidor alemán era más exigente que la propia normativa», añade este experto, que recuerda que el primer centro para el control de plagas con insectos se abrió en España en 1924. DespertarPero volviendo a lo de Alemania, de hecho, a raíz de ese suceso fue cuando, según el experto en plagas e insectos, se reanudó realmente el control biológico de plagas en España. «En Andalucía, en la campaña 2005-2006 sólo en 1.500 hectáreas de invernadero se utilizaron insectos frente a las plagas, en la de 2008-2009 se emplearán sobre 18.000 a las que habrá que sumar otras 2.000 más que no son de invernadero. Así, hoy en el 49 por ciento de las hectáreas que están bajo abrigo en Andalucía se utilizan insectos frente a las plagas», asegura María José Pardo, gerente de Hortyfruta, organización interprofesional de Frutas y Hortalizas de Andalucía, que agrupa al 80 por ciento de la producción y comercialización de estos productos. Esta práctica se observa sobre todo en la producción de pimientos, donde tanto en Andalucía como en la Región de Murcia el 95 por ciento del cultivo de invernadero emplea insectos contra las plagas, detalla María José Pardo. Los depredadoresEn los cultivos hortofrutícolas de los invernaderos las principales plagas que acechan son la de la mosca blanca (como su propio nombre indica de color blanco y con alas) y el trip (un insecto que en estado adulto toma forma alargada). Estos ejemplares, con sus diferentes variantes, han causado, año tras año, importantes pérdidas en los cultivos. Para contrarrestarlos, los depredadores más utilizados son el Amblyseius swirskii, un ácaro depredador de difícil pronunciación pero muy eficaz contra varias especies de trips y contra las larvas de la mosca blanca; el Nesidiocoris tenuis, un chinche verde especialista contra estas plagas en los cultivos de tomate; y el Orius laevigatus, experto en la plaga de trips que se dan en pimientos, pepinos o berenjenas. Todos ellos, por cierto, autóctonos, aunque «también se utilizan insectos alóctonos, que previamente, en el caso de importarlos, requieren una autorización especial del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino», como explica Porcuna. Pero si para este experto el empleo de especies exóticas no conlleva ninguna contrapartida, según él, nunca ha sucedido una plaga ni ningún impacto ambiental a destacar, desde WWF apoyan el control biológico de plagas y enfermedades siempre que sea con especies autóctonas. «El control biológico supone una alternativa al uso de plaguicidas convencionales, cuyos efectos sobre el medio ambiente, e incluso sobre la salud humana, son conocidos. El uso de insectos debe estar basado en la potenciación de la fauna útil, la recuperación de los depredadores naturales (mejorando los linderos, implantando setos de vegetación autóctona en márgenes de las parcelas, instalando cajas nido y recuperando construcciones tradicionales, como palomares) y acompañado deotras prácticas preventivas, como la rotación de cultivos, el barbecho», detalla Celsa Peiteado, responsable de Política Agraria de WWF España.En cuanto a la rentabilidad de estos depredadores, unos son más eufóricos que otros. Así, para José Antonio Santoromán, director de Agrobío, empresa dedicada a la producción de insectos (utilizan unas cámaras de control de clima, donde pueden ajustar las condiciones de temperatura y humedad en función de cada organismo, usando una dieta adaptada a cada uno), el control biológico es mucho más barato que el empleo de plaguicidas. Si no más, igual de rentablesPara la gerente de Hortyfruta, «el uso de insectos puede salir en un principio más caro, el desembolso se rentabiliza, pues se produce una mayor producción y sobre todo porque el empleo habitual de plaguicidas contra las plagas hace que estos insectos se hagan cada vez más resistentes a los productos químicos». En cuanto a la industria, fuentes de una de las principales productoras de plaguicidas explican que la respuesta no está ni en los fitosanitarios ni en el control biológico, sino en su unión.Lógicamente, la rentabilidad depende del nivel de plaga, del tipo, y el modo en el que se lleva a cabo el control biológico. El número de insectos y reposiciones varía entre un control por inundación, por inoculación o por conservación. En el primer caso, el habitual en cultivos bajo abrigo, como su propio nombre indica, se «inunda» el cultivo de insectos. En el segundo escenario, se introducen algunos insectos con tiempo suficiente para que les dé tiempo a reproducirse. En ambos casos, como lo que prima es producir de forma rápida, una vez esté cosechado el producto es muy raro que los depredadores (soltados, los primeros, a las dos o tres semanas de haber plantado el cultivo) se establezcan. De hecho, al igual que se multiplicaron al encontrar abundante cantidad de comida –la plaga–, irán muriendo al haberla erradicado, como le sucede al ácaro swirskki. El Orius, en cambio, sobrevivirá incluso después de haber acabado con la plaga si hay suficiente polen en las flores.Y, el último caso, en agricultura no integrada, no se introduce ningún insecto, sino que se recrea el hábitat natural para que se asienten. ¿Cómo? Creando nichos de reserva ecológica; es decir, poniendo setos, flores, plantas perlíferas... todo para que los insectos útiles –contra las plagas– se asienten al hallar un buen manjar. En este caso, gasto lo que se dice gasto anual en insectos no hay, lo que se requiere es tiempo. El control biológico por conservación es lo que se ha hecho siempre en agricultura ecológica. «Cuanta más biodiversidad hay en una explotación, mayor posibilidad de alcanzar el equilibrio entre plaga y depredadores naturales, siendo innecesarios tratamientos químicos. Un ejemplo muy claro de cómo la biodiversidad es nuestra aliada en la lucha contra ciertas plagas es el control que hacen las lechuzas o los cernícalos sobre poblaciones que cuando se desequilibran pueden suponer un problema, como los topillos», explica Peiteado.En casa tambiénEn definitiva, que el control biológico está revolucionando la agricultura, ya sea la ecológica como la convencional. Entonces por qué utilizar sustancias químicas si la naturaleza tiene la respuesta, bien en forma de insectos bien en forma de plaguicidas naturales, hechos solo de plantas. Lo mismo en casa. Así, si tiene arañas rojas en un rosal, puede controlarlas con ácaros fitoseidos, como el Phytoseiulus persimilis o el Amblyseius californicus, por ejemplo.
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