Feria de Bilbao
Los de Samuel grandes pero huecos
- Las Ventas (Madrid). 18º de feria. Toros de la ganadería de Samuel Flores y Manuela Agustina López Flores (2º, 3º y 6º), poco juego. En sexto lugar se lidió un sobrero de Julio de la Puerta. Lleno.- López Chaves, de fucsia y oro, dos pinchazos, estocada ladeada, dos descabellos, aviso (silencio); dos pinchazos, estocada (silencio).- Diego Urdiales, de azul y oro, dos pinchazos, estocada, dos avisos (saludos); media, aviso, descabello (silencio).- Javier Valverde, de carne y oro, estocada (silencio); pinchazo, estocada baja (palmas).
Don Samuel puso el primer escalón de la semana torista y el color acabó por ponérselo un espontáneo que a última hora, y con una camisa a modo de muletilla, saltó al ruedo con el toro, sexto, que habían echado para atrás. En ese resquicio donde cabe el último pensamiento, nuestro espontáneo recapacitó y ni un lance pegó al viento a pesar de tener al toro muy cerca. Ironías del toreo, el animal que llevó de cabeza y rozó la tragedia al coger muy feo a Valverde fue un sobrero de Julio de la Puerta. Manso de salida, en la misma boca de toriles hubo de ir a pararlo, y hasta el final. El toro estuvo más decidido a medir cada una de sus embestidas que a emplearse. Y en una de ellas, ya en el ocaso del esfuerzo del diestro, lo prendió seco y fuerte. La paliza resultó monumental. Cerrábamos así la corrida de Samuel con uno de la Puerta. No sirvió el encierro, salvo el segundo, que tuvo otra cosa en la embestida. A Urdiales le costó ver esa entrega en el viaje de su antagonista desde el principio. La imaginación fue más traicionera que la realidad y necesitó tiempo para descubrirse. También para apaciguar las maldades del viento que en Madrid, con el tamaño del toro se multiplican por mil. Pero le fue ganando la partida a la faena y logró cuajarle tres o cuatro tandas templadas, alzando la voz a la humillada embestida de la res. El público se metió en su actuación y si no hubiera sido por el fallo a espadas, con el segundo aviso agonizando el lucimiento, estaríamos hablando quizá de premio. Casi seguro. Con el quinto se puso Urdiales muy quieto y sincero en el centro del ruedo, luego el viento le vino a demostrar que no podía ser. Lo cerró en el tendido Dos y tardó poco el toro en quedarse reservón, a la espera de todo y de nada. Quiso el riojano sacar petróleo pero ni el arrimón dispuesto al natural aclaró las cuentas y terminó por sumar avisos. El primer Samuel, grandón como manda la casa, no tuvo una embestida a las claras. Todas por arriba y si podía rebañar, mejor. López Chaves anduvo ante él a la deriva, le desnudó de muleta por dos veces. En una ocasión cerca estuvo de levantarle los pies del suelo. Fue en un pase de pecho, en un calamocheo feo casi prendió pierna, pero se escapó. No se hizo Chaves con la fiera, tampoco a la hora de darle muerte. Se pegaron una vuelta al ruedo para ello. Mejor juego dio el cuarto, de largo recorrido cuando el viaje era mandado. Se le fue a Chaves la faena entre silencios, a la espera de que ocurriera algo que nunca llegó. El toro no es que fuera un monumento a la bravura, pero a la faena la sobró enganchones y le faltó evolución. Barbeaba por las tablas el tercero en cuanto Valverde le impuso mando en la muleta. Pasó a peores la cosa, el animal desistió tanto de la lucha que acabó por echarse. Se acababa así una faena breve, apenas un puñado de pases firmes. Valverde bailó con las feas.
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