Sevilla
Montiel se reconcilia con su hijo Carmen Thyssen
Penélope Cruz está cual Pimpinela Escarlata, más después de haber celebrado su 35 cumpleaños en Madrid. La actriz se ha hecho una habitual de La Bardemcilla, el restaurante que lleva la hija de Pilar Bardem, ahora en los carteles callejeros como si fuese Francisco Alegre. Es una sevillana desnaturalizada y sin raíces béticas a la que ahora dedican una calle, a pesar de que sus interpretaciones no hayan hecho historia. Es la comidilla de la Feria, que supera incluso al ver desfilar a la Duquesa de Alba, ya repuesta y firme, en La Maestranza, lo mismo rindiéndose ante Fran Rivera que reconociendo la torería de un Morante para ella ya en entredicho. Santiago Castella, que aprovechó la cena de gala celebrada en el Palacio Real en honor al matrimonio Sarkozy para pedir a Curro Romero que fuese a verle en Sevilla, la cuajó ayer. Y el de Camas no faltó, mientras Cayetana Fitz-James fue aclamada con gritos de «¡guapa, te queremos!» enfundada en un Victorio & Lucchino coral fuerte de gasa liviana. El faenón de ManzanaresLa Duquesa contrastó con el color cardenal de grandes lunares blancos de Carmen Tello. Las jalearon a las dos. Pero Sevilla anda rendida con Manzanares Jr., vaya faenón hizo. Hará historia, igual que el debut de Sara Montiel como directora. Lo que ha montado con Cari Antón no llega ni a intrascendente. Es un simple hilo enlazador de canciones al aire de las viejas revistas, algo en lo que era un experto Juanito Navarro, que se quedó pasmado ante lo que estaba viendo. Era de no creer, a pesar de la revalidada eficacia de Tony River. Se lo sabe todo y logró las mayores ovaciones, extensibles a Eva Santamaría. Luce el mejor vestuario de la extraña función, que revela a Ricardo Rodríguez, quien, más que el sexy novio de María Patiño, tiene una gran vis cómica. Ver recitar a Máximo Valverde hizo añorar a grandes rapsodas, como Guillermo Marín, Alejandro Ulloa o Nati Mistral. Tiene planta, pero le falta arte y ya no aprenderá como lo ha hecho Zeus, que se ha reconciliado con su cupletera madre. Ha reconocido el error de no seguir sus experimentados consejos. Fuimos de la emoción a la conmoción, aquello parecía «El último cuplé». Después de las ovaciones finales, el hijo de Sara subió a escena para leer una declaración amorosa a Mari Carmen Pérez Lorenzo, a quien cantó un bolero que estremeció hasta a la Montiel. Fue de una hermosa espontaneidad: «Es la mujer de mi vida, lo que más quiero de este mundo», aseguró Zeus ante una Sara que no se creía lo que veía. Pero andaba satisfecha de recomponerse después de la influencia del mánager que les representó. Ella ya había roto con él, pilló a su hijo y todo iba contra la pobre. Es la historia del hijo pródigo, pero actualizada. Lo que digo, como un cuplé.
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