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Sarkozy se abona a la firmeza

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parís-La aventura entrañaba sus riesgos, pero decidieron asumirlos. El matrimonio Lemaçon era plenamente consciente cuando en julio pasado se echó al mar, junto a su hijo de tres años, para dar la vuelta al mundo. Seguramente no imaginaban que la travesía que emprendían con tanta ilusión acabaría trágicamente con la muerte del cabeza de familia, este viernes, durante una confusa operación de la marina francesa para rescatarles de manos de los piratas somalíes, en cuyo poder cayeron hace una semana. A mediados de marzo habían puesto rumbo hacia Zanzíbar, frente a las costas de Tanzania, en el Océano Índico. Un trayecto que suponía adentrarse en las peligrosas aguas del Golfo de Adén, infestadas de forajidos del mar y escenario de numerosos secuestros en los últimos años. Pese a ello y a las advertencias de las autoridades francesas desaconsejándoles que realizasen dicha etapa, no estaban dispuestos a arredrarse. A sucumbir al «miedo de los piratas» escribían en su blog-bitácora en Internet. Sin embargo, el pasado 4 de abril, su yate, «El Tanit», era secuestrado con sus cinco pasajeros a bordo: la familia Lemaçon y dos amigos, que les acompañaban en la aventura. Se encontraban mar adentro, a 640 kilómetros de la costa, en la región autónoma de Puntland, en el noreste de Somalia, una ingobernable zona en la que impera la ley de la piratería y la criminalidad. Fracasado todo intento de negociar la liberación, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, daba orden de asaltar el barco y rescatarles por la fuerza. En las últimas 48 horas los secuestradores habían rechazado toda oferta: desde una suma importante de dinero hasta el intercambio de la madre y el niño por un oficial de la marina gala. La estrategia francesa consistía en evitar a toda costa que los piratas consiguieran llevar a sus rehenes a tierra firme, donde no sólo hubiera sido más difícil intervenir sino que peligraba aún más la vida de sus nacionales. Con un menor a bordo, el asalto se imponía como «la solución más factible» explicaba ayer el ministro galo de Defensa, Hervé Morin. En apenas seis minutos, un grupo de élite «neutralizaba» a tres de los cinco piratas y lograba hacerse con el barco. Los otros dos eran abatidos y todos los rehenes protegidos, salvo Florent Lemaçon, que llevaba el timón y que fue alcanzado durante el intenso tiroteo que tuvo lugar mientras desembarcaban los militares franceses. La autopsia y la investigación judicial en curso esclarecerán las circunstancias del fallecimiento, pero «no podemos excluir que en el tiroteo entre los piratas y los comandos, el disparo fuera francés», añadió el ministro Morin. Evitando referirse al hecho como una posible negligencia, insistió en que «por naturaleza el riesgo cero no existe» en este tipo de operaciones. Tras una semana de cautiverio, los cuatro ex rehenes llegarán hoy a París desde la base francesa de Djibuti. Una escala, en la que serán recibidos en el Elíseo por el presidente Sarkozy antes de regresar a Vannes, el puerto bretón del que salieron y en donde ayer su población les esperaba.