Luxemburgo

Una «Carmen» de lujo

Gardiner, a la izquierda, en Granada
Gardiner, a la izquierda, en Granadalarazon

Festival de Granada«Carmen», de Bizet. A. C. Antonacci, A. Richards, A.C. Gillet, N. Cavalier, etc. Coros Monteverdi y Presentación. Orquesta Revolucionaria y Romántica. J.E.Gardiner, director. Palacio de Carlos V. Granada, 5-VII-2009

La Ópera Cómica de París, el Gran Teatro de Luxemburgo, la Ópera de Atlanta, el Staatstheater de Nuremberg y el Festival de Granada han coproducido un espectáculo que en principio llegaba completo a los cuatro primeros lugares y en versión de concierto a Granada. Sin embargo, Gardiner no se resignó y recreó la vida escénica de la ópera mediante movimientos tomados de la representación completa adaptándolos al Palacio de Carlos V, un maravilloso emplazamiento pero carente de técnica escénica. Y se logró que con los solistas y el Coro Monteverdi –formidable en lo vocal y en lo teatral– actuando por todos los alrededores de la orquesta se crease también un drama escénico. Granada habrá tomado buena nota de un mundo lleno de posibilidades que se le abre y que se abre también a teatros y salas de conciertos en nuestra época de vacas flacas. Esta forma inteligente de hacer las cosas resulta más válida para la música que muchas de las absurdas, rebuscadas y carísimas puestas en escena de nuestros días, y el público disfruta con ellas mucho más que con un concierto y casi como con una ópera representada completamente. Sólo faltaron la flor y el anillo para lograr credibilidad total. Gardiner eligió una versión –la «Urtext Edition» de Richard Lantam Smith– con textos, diálogos incluidos y músicas que no se suelen escuchar. El público supo que Don José no es un ingenuo soldado que se deja embaucar por Carmen llevándole a la desgracia, sino que se trata de un hombre violento que ya mató antes a un joven en una pelea y que se alistó huyendo de la justicia. Gardiner llevó la partitura con brío inusitado, con vigor y matices propios de gran experto en un repertorio que él no frecuenta y la orquesta respondió a las mil maravillas. Dentro del homogéneo reparto destacó la presencia de Anna Caterina Antonacci en el papel titular, convincente en todos los sentidos y sólo falta de un punto de desgarro, mientras que la Micaela de Anne-Catherine Gillet atrajo musicalmente y llenó de calor al anodino personaje. Nicolas Cavallier otorgó rotundidad a Escamillo y Andrew Richards dotó de dramatismo a Don José, creciéndose a lo largo de la velada, y solucionó con falsetes los compromisos más líricos. Un éxito total.