Fotografía

Verdades y mentiras del Photoshop

Retocar a las estrellas a través de la informática levanta ampollas, aunque la técnica está extendida. He aquí el debate

Doutzen Kroes. Se ha convertido en una de las grandes de la pasarela gracias a su rostro natural y a sus labios carnosos
Doutzen Kroes. Se ha convertido en una de las grandes de la pasarela gracias a su rostro natural y a sus labios carnososlarazon

Si fuésemos conscientes de que pocas fotografías se salvan por fieles a la realidad al abrir una revista o ver una campaña, probablemente empezaríamos a pensar que no estamos tan mal. Embellecer una instantánea, introducir efectos y acabados es tarea habitual de los medios de comunicación cuando toca disparar las ventas de un producto, por mucho que el resultado sea tan bueno que cueste discernir dónde está el corta y pega. Todas tan guapas y perfectas, tan biónicas, más divinas que humanas. Pero las famosas, relajémonos, no son tan perfectas como las fábricas de sueños pretenden hacernos creer, pero al parecer, la falta de defectos gusta y vende. Hace unos meses que la cantante Beyoncé era objeto de polémica por el supuesto blanqueamiento cutáneo en una publicidad del tinte capilar Feria, de L´Oréal Paris. La comunidad afroamericana ponía el grito en el cielo con comentarios del tipo «Ella es brillante, pero no de ese tipo». Menos bronceada sí se la veía, pero también podía ser obra de una buena iluminación. Así, desde el departamento de comunicación de la multinacional francesa se han pronunciado para LA RAZÓN. «Es falso que hayamos alterado el tono de su piel con la intención de aclararlo, independientemente de que utilicemos cuando hace falta Photoshop para perfeccionar la imagen de las modelos o portavoces». Aunque no es la primera vez que Beyoncé aparece diferente a como luce al salir del súper: basta ver sus vídeos y portadas de revistas para darse cuenta de que, en el momento del «flash» rebaja kilos de muslos y cintura como por arte de magia. ¿Y qué decir de la reciente portada de Kate Winslet para la revista «Vanity Fair»? Arma de perfecciónLa actriz jura y perjura que es así de delgada al natural, pero tanta ausencia de curvas en alguien que siempre fue rellenito nos parece sospechoso, cuando menos. Como si estuviera mal visto reconocer el arte de la informática para mejorar la imagen, cuando la mayoría de famosas, y muchas de las que no lo son, pasan por clínicas para retocarse también, en este caso mediante agujas o bisturí. Sea con dichos utensilios o mediante el ratón cibernético, lo cierto es que se pueden hacer desaparecer arrugas, reducir tallas, unificar el tono, resaltar pómulos o pechos, afinar piernas, y un sinfín de posibilidades para verse mejor. Para la mayoría de las campañas publicitarias, portadas o producciones fotográficas photoshopear es un arma de perfección laboral, para otras, es una ofensa a la verdadera condición de la naturaleza femenina. Así, no hace mucho la marca cosmética Dove, defensora de la belleza sin artificios, lanzaba en Australia su «Campaña por la belleza real» en la que podía observarse la transformación de una chica del montón en una supermodelo, desde que se ponía delante de una cámara con la cara lavada hasta que pasaba por chapa y pintura: maquillaje, peluquería y una buena dosis del programa informático. El antes y el después poco tenían que ver. Todas y cada una de las campañas de esta firma han optado por renunciar a la perfección en sus carteles y vídeos publicitarios y dejar que sea la mujer de la calle, aquella que compra sus productos la que hable, valore y promocione tanto sus cremas como sus jabones de baño.Poco naturalThe Body Shop es otra defensora de la estética de carne y hueso: «Debemos celebrar las cualidades únicas. Es un reto cuando, incluso, las empresas de cosmética basan su negocio en unos ideales de belleza poco realistas. En The Body Shop nos encantan el maquillaje, los perfumes y las hidratantes, pero lo vemos como una forma de celebrar nuestros rasgos y no de intentar someternos a un prototipo de belleza que nos haga cambiar», argumentan sus directivos. No hay que fijarse mucho para darse cuenta de que la marmórea Nicole Kidman tenía menos arrugas en el rostro que su bebé Sunday Rose en la campaña para el perfume Chanel nº5 Eau Premiére; que Angelina Jolie copa portadas en las que las sobresalientes venas de sus brazos no tienen lugar, Kate Moss promociona una línea de ropa y perfumes sin la flacidez perturbadora de sus raquíticos muslos, a Britney Spears le borran el acné, el exceso de cintura y muslo en las portadas de sus discos y a Demi Moore las patas de gallo como portavoz de cosméticos de Helena Rubinstein. Las hay más honestas, como Jane Fonda, que ha reconocido en su blog que solicitó que hicieran algún que otro arreglillo al cartel de su actual espectáculo en Broadway «porque me veía muy señorona».