Inmigración
Una crisis sin resolver
La UE no ha encontrado todavía el modo de ordenar los flujos migratorios. Lo acontecido en Canarias se suma a lo que ha sucedido en Italia y Grecia y es más que probable que se asista de manera recurrente a nuevos casos en los que los Estados se vean desbordados por la llegada de inmigrantes. En tiempos de pandemia, la situación se complica y se advierte, con toda nitidez, la falta de una política común en esta materia. Desde luego, no es fácil encontrar soluciones y ha quedado plenamente demostrado que no existen respuestas mágicas que resuelvan las situaciones y que compatibilicen los intereses de los Estados y el legítimo anhelo de que quienes emigran con la finalidad de encontrar un futuro mejor, también en términos económicos. Sin embargo, los componentes esenciales de una acertada política migratoria se conocen y, asimismo, se han señalado en múltiples ocasiones los presupuestos básicos que deben guiar el comportamiento de los Estados europeos. Lo imprescindible es que se asegure el respeto de los derechos humanos de los migrantes y, por tanto, no se adopten medidas que pongan el riesgo la defensa de estos derechos.
Los Estados deben organizar y ordenar su política migratoria y para ello deberían remar todos en la misma dirección, de tal manera que se asegure la existencia de una política común y compartida de la UE. El acuerdo sobre unas reglas claras y respetadas sería la mejor garantía para asegurar los derechos humanos y para que los flujos migratorios no provocasen ningún tipo de inestabilidad política o económica. Los aspectos políticos que adornan la UE exigen la adopción de criterios obligatorios para los Estados y, por ende, limitar su capacidad de acción respecto a las soluciones que deben implementarse. Ha llegado la hora de que los Estados pierdan soberanía en materia migratoria y que, sobre la base del principio de la solidaridad europea, las migraciones tengan una respuesta adecuada.
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