Reino Unido

David Copeland, el carnicero de las bombas de clavos, se convierte al islam en prisión

Estalló tres artefactos caseros en 1999 en lugares diferentes en Inglaterra. Mató a tres personas y dejó 140 heridos. Ahora pide que le llamen Sadam

David Copeland
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David Copeland, un ingeniero del metro de Londres condenado a cadena perpetua por una serie de atentados que costaron la vida a tres personas y que dejaron 140 heridos en Inglaterra en 1999, se ha convertido al islam en un intento por encontrar el perdón y “tener una segunda oportunidad”, según cuenta la prensa británica. Copeland se hizo tristemente famoso por las tres explosiones con bombas de clavos caseras en Brixton, en el sur de Londres, en Brick Lane, en el East End; y en el pub The Admiral Duncan del West End del Soho, donde murieron tres personas, incluida una mujer embarazada.

Fueron trece días de horror y miedo en el país hasta que fue capturado. En la jornada del último atentado, Copeland fue arrestado en su casa en Hampshire y confesó que era el autor los atentados. Los agentes descubrieron una habitación cubierta con banderas nazis y recortes de periódicos sobre explosiones. Más tarde, el culpable diría a la policía que quería que los atentados “incendiaran el país y propiciaran una guerra racial”.

En el año 2000, Copeland fue encarcelado de por vida y condenado a seis cadenas perpetuas. Desde entonces ha recibido tres años más por atacar a un compañero de prisión en 2014. Cuando cometió los atentados tenía 22 años y estaba inspirado en la ideología neonazi.

Copeland, que se hizo conocido como el “bombardero de clavos de Londres”, era entonces miembro de dos grupos políticos de extrema derecha, el Partido Nacional Británico y luego el Movimiento Nacionalsocialista. El plan premeditado era atacar a las comunidades negras, bengalíes y al colectivo LGBT de la capital inglesa.

Ahora tiene 44 y está cumpliendo su condena en la cárcel de HMP Frankland, en Durham. Su amigo de prisión Andy Ross, liberado tras cumplir 11 años, le dijo al Sun que Copeland reza todos los días y ve la práctica musulmana como una forma de obtener perdón y cambiar. También se explica que pidió a sus compañeros de prisión que lo llamaran Sadam, un reflejo de su admiración por el dictador iraquí.

Netflix anunció el año pasado que había encargado un largometraje documental sobre Copeland y los ataques con bombas de clavos.