Internacional

Sebastian Kurz

El adiós del niño prodigio de la política de Austria

Dimitió en octubre por las acusaciones de corrupción en su gobierno. “Hay cosas importantes y bonitas fuera de la política”, asegura

Sebastian Kurz
Sebastian KurzLISI NIESNERREUTERS

Un jurado de expertos eligió “Schattenkanzler” (canciller en la sombra, en español) como la palabra del año en Austria. Curiosamente, solo unas horas después de que esto se anunciara, el término perdió su todo su significado. El conservador austriaco Sebastian Kurz anunció, a los 35 años, su retirada por completo de la política y su renuncia al cargo de presidente del Partido Popular austriaco (ÖVP), la fuerza más poderosa del parlamento. Una dimisión que llega menos de dos meses después de su renuncia como jefe de gobierno y que pone punto y final a su papel como canciller en la sombra. Un rol que siempre negó, pero que acabó asumiendo.

En los últimos cuatro años, todo en la formación conservadora giró en torno a su persona, tanto en términos personales como de contenido y ni siquiera su salida “hacia un lado”, como él mismo dijo cuando abandonó la cancillería, hizo nada para cambiar la situación.”Para mí, comienza un nuevo capítulo”, aseguró ante los medios de comunicación. En su declaración recordó diez años de actividad política y se mostró “sumamente agradecido” a sus compañeros y ministros. Reconoció que con sus posiciones y sus políticas “provocó aprobación y rechazo” lo que, a su parecer, es importante en una democracia liberal. “Tuve que tomar tantas decisiones todos los días que también las hubo equivocadas”.

No obstante, aseguró, “las acusaciones en mi contra son simplemente falsas”. Con ello, quiso zanjar el escándalo que en 2017 dinamitó la gran coalición con los socialdemócratas y que, dos años más tarde, forzó la salida del gobierno del partido ultraderechista FPÖ, tras otro escándalo de corrupción. Unas acusaciones en su contra que, según reflejó la prensa austriaca, habían disminuido su pasión por la política lo que sumado al nacimiento de su hijo hace unos días, le hicieron ver claro que había cosas más importantes en la vida.

“Espero poder disfrutar con ilusión del tiempo con mi hijo y mi familia antes de dedicarme a nuevas tareas profesionales a partir del próximo año”. Según el periódico “Kronen-Zeitung”, Kurz ya se habría dejado tentar por un puesto de alto nivel en el sector privado. También se da por seguro que el actual ministro del Interior, Karl Nehammer, asumirá la jefatura del ÖVP. Kurz renunció en octubre como jefe de gobierno después de que la Cancillería y la sede de su formación fueran registradas por agentes anticorrupción. Tanto él como sus aliados más cercanos fueron acusados de tratar de garantizar su ascenso al poder de su partido y del país con la ayuda de sondeos manipulados y reportes favorables en los medios, financiados con dinero público.

El ex canciller negó desde el principio todas las acusaciones lo que no fue suficiente para que a mediados de noviembre, el parlamento de Austria votara a favor de levantar su inmunidad. Fue entonces cuando pasó a ser el “canciller en la sombra” en un comprensible intento de ejercer su influencia en un segundo plano y preparar el camino para un posible regreso. Su sucesor, Alexander Schallenberg, un político brillante con experiencia internacional pero con serias dificultades para superar las divisiones internas, no cuenta con el carisma y el talento político de Kurz lo que, en las últimas semanas, demostró una más que inadecuada distribución de las energías. Además,la crisis de gobierno paralizó la lucha contra la pandemia en el peor momento posible y como resultado, el número de infecciones se disparó en noviembre y los hospitales tuvieron que recurrir a los políticos con dramáticos llamados.

No obstante, la coalición dudó durante mucho tiempo en tomar medidas efectivas. De ahí, llegó el confinamiento y por tanto una severa crisis política entre bambalinas que dejaron entrever que el fracaso gubernamental en la gestión de la nueva ola, era el descalabro de Kurz.Lo único claro es que Kurz es un riesgo considerable para su partido y más cuando no hay indicios de que los cargos penales en su contra se resuelvan rápidamente. Una nueva candidatura a canciller hubiera llegado repleta de controversia. Kurz no es un hombre de segunda fila. De ahí que su marcha suponga un duro golpe y al mismo tiempo una oportunidad para el ÖVP.

El partido está de capa caída en las encuestas y no está del todo claro quién podría cambiar ese rumbo. Para muchos, el excanciller polarizó el país y ahora se espera que la formación conservadora regrese a una senda más polifónica. Algo que de primera podría sonar raro para los votantes, aunque abra al partido a un nuevo abanico de alianzas.Por esta razón, el fin político de Kurz también es un punto de inflexión para Austria. Durante cuatro años, la competencia política y los medios de comunicación se ocuparon obsesivamente del excanciller y las cuestiones fácticas pasaron a un segundo plano. Es de esperar que ahora vuelva a haber más debates sobre el contenido. Además, y aunque la atención sigue centrada en la pandemia, está claro que después el país necesita reformas de gran alcance.