Geopolítica

Taiwán se defiende de China con el “escudo de los semiconductores”: ¿es suficiente para evitar la invasión?

Un ataque de Pekín para recuperar la isla supondría un daño enorme para la economía china y estadounidense, que dependen de los chips taiwaneses para mantener su industria tecnológica

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MicrochipsLa Razón

Taiwán sigue comprando armas de última generación para disuadir a China de un ataque directo, pero en la isla muchos consideran que la mejor defensa no es su ejército sino la poderosa industria de semiconductores.

La isla autónoma, que Pekín reclama como parte de su territorio desde 1949, produce el 65% de los semiconductores del mundo y casi el 90% de los chips avanzados. Una invasión de la isla podría suponer una paralización de la industria de los semiconductores.Estas piezas del tamaño de una uña contienen circuitos diminutos y miles de millones de transistores. Su importancia es vital en la industria tecnológica mundial ya que están incorporadas en la mayoría de los componentes electrónicos, desde vehículos motorizados, dispositivos médicos, teléfonos móviles y armamento de precisión.

La crisis de los chips amenaza a un gran número de sectores. REUTERS/Lim Huey Teng
La crisis de los chips amenaza a un gran número de sectores. REUTERS/Lim Huey TengLIM HUEY TENGREUTERS

El sueño del presidente chinoXi Jinpingde hacer que su país transite desde una economía dependiente de la tecnología extranjera a una basada en la innovación autóctona pasa inevitablemente por el dominio de la industria de los semiconductores. Pero fabricar chips avanzados no es solo una cuestión de dinero y voluntad. Se requiere mucho tiempo, conocimiento y experiencia para alcanzar el liderazgo tecnológico y la capacidad masiva de Taiwán. “Este liderazgo es fruto de la visión de futuro de los líderes científicos y políticos taiwaneses a fines de la década de 1980″, explica uno de los directivos del Instituto de Investigación de Desarrollo Industrial, Ming Shan Jeng.

La capacidad dominante taiwanesa en la industria de los microchips esconde una estrategia bautizada hace años por un periodista como “Silicon shield” (el escudo de silicio). Según este análisis, “cualquier ataque a Taiwán paralizaría la producción de chips y rompería la cadena de suministros mundial”, asegura I-Chung Lai, del laboratorio de ideas The Prospect Foundation. Por tanto, una agresión armada a la isla sería desastroso para China, pero también para EEUU, por lo que ambas partes evitarían por todos los medios una agresión militar. El secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, le puso recientemente un adjetivo a este hipotético escenario de la economía mundial: “devastador”.

Morris Chang fundador de la empresa de semiconductores TSMC
Morris Chang fundador de la empresa de semiconductores TSMCLILLIAN SUWANRUMPHA / POOLAgencia EFE

China depende para su industria tecnológica de la producción de lamultinacional taiwanesa TSMC, que fabrica más de la mitad de los semiconductores avanzados del mundo. En un escenario de guerra, ocupar las fábricas de TSMC sería una prioridad para Pekín. “Pero la República Popular de China sabe que ni los taiwaneses ni Estados Unidos permitirían que toda esa I+D y capacidad cayera en sus manos”, asegura el profesor Jonathan Sullivan.

Una teoría desmentida por funcionarios de la isla sostiene que Taiwán destruiría esos laboratorios e instalaciones para evitar que se los quede China. Sullivan tampoco cree en la existencia de este supuesto plan secreto. “Pekín necesita los mejores semiconductores y le encantaría contar con la capacidad de Taiwán, pero no creo que piense conseguirlo mediante una invasión”.

¿Funciona realmente el “escudo de silicio” como un sistema de defensa ante un posible ataque chino? El experto Russell Hsiao, director del Global Taiwan Institute, asegura que este escudo “no puede sustituir al poder duro, a la disuasión militar, pero es un componente crítico de una estrategia que tiene que ser capaz de negar una invasión china militarmente, al tiempo que impone suficientes costes económicos y políticos que podrían afectar al cálculo coste-beneficio de Pekín y a la posibilidad de ganar una guerra contra Taiwán”.

Los esfuerzos de Taipéi van encaminados a convencer a sus aliados y socios para que inviertan en la seguridad de Taiwán y en el mantenimiento de una producción eficiente, “porque sólo si Taiwán está segura, la cadena de suministro mundial también lo estará”, añade Hsiao.

La industria de los chips consume una gran cantidad de energía, por eso las empresas y el Gobierno de la isla están dando pasos acelerados para aumentar su capacidad de producción energética local mediante el desarrollo de parque eólicos. Se plantea no solo como una estrategia para reducir la gran dependencia que tiene la isla del exterior sino también como manera para sobrevivir a un hipotético bloqueo naval por parte de China. Aunque la potencia instalada de fuentes renovables es aún pequeña, la apertura de dos parques eólicos flotantes en la costa oeste se ve en la isla como una vía prometedora en el medio y largo plazo.

La guerra por la supremacía tecnológica

Los chips son ahora activos estratégicos vitales en la rivalidad geopolítica entre Washington y Pekín. Estados Unidos domina el diseño de los semiconductores, pero tiene una enorme dependencia de las cadenas de suministro, siempre complejas y vulnerables, dominadas por Taiwán. De alguna manera, la construcción de una factoría del gigante TSMC en Arizona, con 12.000 millones de dólares de inversión, pretende reducir la dependencia americana para obtener los chips necesarios en las armas avanzadas.

La pasada semana, la compañía TSMC fundada por el magnate taiwanés Morris Chang, ha confirmado que en la futura planta de Arizona, construida bajo la presión de EEUU, se producirán chips de 3 nanómetros, la unidad que mide el tamaño, la velocidad y la eficiencia energética de los chips.

Al mismo tiempo, EEUU está decidido a frenar el rápido desarrollo de la industria de defensa china y para ello ha impedido por ley que las empresas estadounidenses puedan exportar a Pekín herramientas para la fabricación de semiconductores avanzados. También ha prohibido a las empresas o individuos chinos comprar algunos semiconductores y materiales de fabricación estadounidense en lo que se considera nuevo golpe de la guerra tecnológica que mantienen ambas potencias por el liderazgo económico mundial.