Acuerdos

La gira de Blinken sella un nuevo orden regional en el Magreb

El secretario de Estado de EEUU culmina en Marruecos y Argelia un tour por el norte de África y Oriente Próximo que escenifica el papel emergente de Israel tras los Acuerdos de Abraham

La OTAN, Estados Unidos, la UE, en suma, no pueden permitirse el riesgo de escalada armada en el norte de África en plena guerra en Ucrania
La OTAN, Estados Unidos, la UE, en suma, no pueden permitirse el riesgo de escalada armada en el norte de África en plena guerra en UcraniaJALAL MORCHIDIAgencia EFE

Una gira que pone de evidencia la consolidación de un nuevo orden regional en pleno desafío ruso en el corazón de Europa y crisis energética mundial. De Israel y Cisjordania al Magreb en cinco días, el secretario de Estado de EEUU Antony Blinken ha querido reafirmar la vigencia de los Acuerdos de Abraham y el emergente rol de Tel Aviv, por una parte, y, por otra, su papel de mediador entre Marruecos y Argelia en tiempos revueltos a las puertas de Europa a propósito de la cuestión del Sáhara Occidental.

En el desierto del Néguev los representantes de las diplomacias del país anfitrión, Israel, EAU, Baréin, Egipto y Marruecos escenificaron la normalización de Tel Aviv transcurrido más de año y medio desde la firma de los Acuerdos de Abraham –suscritos sucesivamente por Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos y el Estado de Israel entre septiembre y diciembre de 2020. El antagonismo con Irán, gran preocupación de las naciones árabes suníes, actúa como el mejor pegamento para esta variopinta amalgama de países.

Lejos de Teherán, en el extremo poniente árabe, Marruecos ha pasado -tras veinte años sin relaciones oficiales- de un tímido restablecimiento de relaciones con Israel –anunciado vía Twitter por el ex presidente estadounidense Donald Trump en los estertores de su mandato- a una entusiasta y dinámica alianza cada vez más estrecha. Desde el respaldo del anterior inquilino de la Casa Blanca –la Administración Biden nunca ha rectificado la decisión- la dinámica y envalentonada diplomacia marroquí no ha hecho más que cosechar éxitos en el frente saharaui. Tras el respaldo de Estados Unidos e Israel vino Alemania –que sellaba en enero pasado con su apoyo al “esfuerzo serio y creíble” del plan de autonomía marroquí la reconciliación con Rabat tras largos meses de ruptura.

De las arenas del Néguev a las del Sáhara

De las arenas del Néguev el secretario de Estado se desplazó posteriormente a las costas del Magreb con el propósito de rebajar la tensión entre Marruecos y Argelia tras más de un año de escalada a propósito, una vez más, del problema del Sáhara Occidental. La OTAN, Estados Unidos, la UE, en suma, no pueden permitirse el riesgo de escalada armada en el norte de África en plena guerra en Ucrania, con la situación social deteriorada en el Magreb tras dos años de pandemia, un Sahel convertido en un polvorín y con la necesidad de que Argelia cumpla sus compromisos comerciales con sus socios del norte en lo concerniente al suministro de hidrocarburos.

Recordemos que el 24 de agosto pasado Argel rompió unilateralmente relaciones con Rabat acusando a sus vecinos de espionaje y de azuzar el separatismo en su territorio y a finales del mes de octubre –no hubo renovación del contrato- cerraba el grifo en el tubo Magreb Europa, que transportaba gas argelino a la Península a través de Marruecos. A comienzos de noviembre pasado, la muerte de tres ciudadanos argelinos tras el supuesto ataque con aviones no tripulados de las Fuerzas Armadas Reales contra dos camiones en una ruta que transcurría por el interior del territorio del Sáhara Occidental elevó la tensión a niveles máximos. El presidente argelino Abdelmadjid Tebboune amenazó entonces con una respuesta armada que no llegó a producirse. A mediados de noviembre de 2020 el Frente Polisario, que tiene en Argel su principal apoyo, había anunciado tras el desalojo del paso de Guerguerat la ruptura del alto el fuego vigente con Rabat desde 1991, aunque desde entonces la situación no ha escalado en confrontación bélica abierta.

La visita de Blinken se produce menos de tres semanas después de la cursada a Rabat y Argel por la subsecretaria de Estado Wendy Sherman, quien trató en vano de convencer a las autoridades argelinas de reconsiderar el cierre definitivo del Magreb Europa en pena escalada de precios de la energía y boicot europeo al gas ruso. Previsiblemente, Blinken volverá a intentarlo. Y la gira magrebí del secretario de Estado de Biden llega, en fin, menos de dos semanas después de que el Gabinete Real marroquí difundiera la carta remitida por el presidente del Gobierno Pedro Sánchez al rey Mohamed VI que puso fin a la crisis bilateral.

Solo conocida por la opinión pública española tras la filtración a un diario español cinco días después, la misiva el jefe del Ejecutivo español defiende la “iniciativa marroquí de autonomía como la base más seria, realista y creíble para la resolución del diferendo” sobre la que fuera colonia española hasta finales de 1975. Al cotejarla con las últimas notas del Departamento de Estado difundidas con ocasión de las visitas de Sherman y Blinken a Rabat no es difícil imaginar de dónde tomó los adjetivos Pedro Sánchez. Eso sí, ambos comunicados de la Administración Biden evitaron los superlativos para considerar el plan autonómico marroquí “como serio, creíble y realista y una aproximación potencial para colmar las aspiraciones del pueblo del Sáhara Occidental”.