EE UU
La nueva ambición de Trump para dejar huella
Como Napoleón Bonaparte en París, el presidente estadounidense quiere su arco del triunfo en Washington
No es un secreto que a Donald Trump aspira a la posteridad, no solo como presidente de EE UU y magnate inmobiliario de éxito, ahora también como arquitecto e impulsor de su propia huella física en el corazón de la capital norteamericana. Esta semana reveló sus planes de levantar un gigantesco arco monumental en una de las entradas a Washington D.C. para conmemorar los 250 años de independencia del país que se cumplirán el próximo 4 de julio de 2026. Un legado monumental trumpista perenne en la ciudad más diplomática del país.
La propuesta de Trump sigue la misma lógica que las gestas arquitectónicas clásicas que buscaban honrar la gloria personal. Como Julio César en Roma, con el Arco de César concebido como símbolo de su poder, o como el que mandó construir Napoleón en París, el Arco del Triunfo de l´Étoile, tras la victoria en Austerlitz en 1806. El mandatario persigue dejar su impronta ya no solo en la Casa Blanca sino en la capital del país y prueba de ello es que en agosto firmó una orden ejecutiva bajo el nombre ¨Devolviendo la belleza a la arquitectura federal¨, que exigía que los nuevos edificios que se construyeran en la capital huyeran de los estilos más modernos y brutalitas que se pusieron de moda en el último medio siglo, y se inclinaran más hacia un diseño ¨clásico y tradicional¨, en consonancia con el espíritu del Capitolio o la Casa Blanca. ¨Queremos ver edificios hermosos¨, aseguró Trump el mes pasado alardeando de su pasado de magnate inmobiliario y de su nuevo papel como impulsor del paisaje urbano federal.
En el corazón del poder político estadounidense, Trump también ha buscado dejar su huella más allá de las decisiones del gobierno, pavimentando el emblemático Jardín de Rosas, o redecorando el Despacho Oval con elementos dorados. Y la última iniciativa, construir un enorme salón de baile inspirado en el estilo de su mansión en Mar-a-Lago, en Florida. ¨Va a ser realmente hermoso. Creo que será fantástico¨, aseguró el magnate neoyorquino durante una cena celebrada esta semana con donantes para la construcción de este nuevo espacio ceremonial que requeriría una inversión de cerca de 250 millones de dólares.
En ese mismo encuentro, Trump también habló de su idea de levantar un arco triunfal, pero no entró en detalles sobre las fechas de construcción, los costes o cómo se financiaría para conseguir que esté terminado para el 2026. Según fuentes consultadas por The Washington Post y CNN, el proyecto estaría en manos de la agencia Harrison Design. ¨ ¡Estados Unidos necesita un arco de triunfo! ¨ dijo una de las socias de la agencia en otra publicación una de las socias de la firma con una imagen acuarela del diseño.
El diseño preliminar del monumento muestra una estructura inspirada directamente en el Arco del Triunfo de París, en este caso coronado con una figura de la Estatua de la Libertad. La idea es ubicarlo en una rotonda próxima al cementerio nacional de Arlington, en el extremo del Puente Memorial, justo enfrente del Monumento a Lincoln, uno de los ejes más simbólicos de la capital norteamericana. ¨Cada vez que alguien cruza ese hermoso puente hacia el Monumento de Lincoln, literalmente dice: `Se supone que debería haber algo aquí´¨, dijo Trump mientras sostenía ante varios periodistas los modelos realizados en 3D. El presidente cuenta con tres posibles opciones que presentan el arco central en diferentes tamaños, no ha ocultado que su favorito es el más grande. Entre sus seguidores, el proyecto ya se ha bautizado de momento como el ¨Arco de Trump¨.
De llegar a materializarse, este posiblemente sea la mayor huella arquitectónica del presidente Trump en Washington, pero para que el proyecto se lleve a cabo es necesaria la aprobación de la Comisión Nacional de Planificación de la Capital. No está claro si la Casa Blanca ya habría hecho la solicitud, pero la idea lleva meses gestándose. Según informó el diario The Washington Post en un principio se planteó como una obra temporal para conmemorar el aniversario y por eso requería una construcción acelerada, para coincidir con el próximo 4 de julio. Sin embargo, el proyecto ha ido creciendo y ha evolucionado hacia una construcción permanente, a pesar del escrutinio público que empieza a extenderse entre los ciudadanos, que cuestionan que las inversiones de redecoración de Donald Trump respondan a una necesidad institucional más que a su ya conocida obsesión por la estética del poder.