Guerra en Siria
Asad ya controla las fronteras con Israel y Jordania
El dictador sirio centra ahora sus esfuerzos en recuperar Idlib, el último bastión rebelde. Rusia da por concluida la ofensiva en el sur
El dictador sirio centra ahora sus esfuerzos en recuperar Idlib, el último bastión rebelde. Rusia da por concluida la ofensiva en el sur.
Tras una campaña relámpago, Damasco ha recuperado el control de su frontera con Israel y Jordania, pero devolver la normalidad a la región sigue siendo todo un desafío. En un nuevo avance decisivo alcanzado este año, el presidente sirio Bachar al Asad ha logrado finalmente recuperar el control sobre toda su frontera sur con Israel y Jordania, en lo que supone otra estratégica victoria para Damasco y un duro golpe para la oposición, que antaño soñó con derrocar al régimen desde el mismo territorio que ahora se le escapa.
El lunes, tanto medios afines al régimen como el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, un grupo opositor que monitoriza el conflicto desde Reino Unido, declararon que el Gobierno sirio había recuperado toda la frontera con Israel que dibujan los Altos del Golán, y ayer fue el turno del otro confín. «Se ha restablecido completamente el control sobre la frontera sirio-jordana», informó un oficial del Ministerio de Defensa ruso.
De esta forma, Damasco puede dar prácticamente por concluida la ofensiva que fuerzas leales a Al Asad, con el apoyo de la aviación rusa, lanzaron a mediados de junio sobre el sur de Siria para hacerse de nuevo con el control de la zona, y que en los últimos días se ha centrado en la cuenca del río Yarmouk contra insurgentes afiliados al Estado Islámico (EI).
Temerosa de que la campaña trajese milicias alineadas con Irán a su frontera norte, Israel ha intentado mantener el equilibrio durante toda la ofensiva reiterando que no se opondrá a la vuelta del Ejército regular a la zona. Al mismo tiempo, sin embargo, Tel Aviv se ha mantenido inflexible con su lista de exigencias: que no se desplieguen en ella fuerzas iraníes y que Damasco respete el acuerdo de separación en el Golán que firmaron en 1974. En este sentido, el ministro de Exteriores israelí, Avigdor Lieberman, constató ayer que ahora «la situación vuelve a ser como era antes de la guerra», y aunque sugirió que Israel no buscará fricciones, amenazó con responder ante «cualquier provocación y desafío».
Cementándose como el actor más influyente sobre el terreno, Moscú se ha esforzado para tranquilizar a ambas partes y mantener la situación bajo control. Así, aunque reconocieron no poderlas expulsar de Siria, Rusia ha propuesto a Israel alejar a las fuerzas iraníes a unos 100 km de su frontera norte (una oferta que Israel considera insuficiente), y ayer anunció que Policía militar rusa había comenzado a patrullar de forma temporal la zona de los Altos del Golán con el objetivo de apoyar un nuevo despliegue de la misión de la ONU en la zona, suspendida en 2012 por falta de seguridad.
Consumada la victoria militar en el sur y recuperadas las zonas fronterizas, el gran reto del régimen pasa a ser ahora el de intentar volver a la normalidad también en esta región, una empresa nada fácil de materializar.
Uno de los primeros intentos de Damasco para conseguirlo ha sido el de manifestar su deseo de reabrir cuando antes el paso fronterizo que le conecta con Jordania vía Nassib, una arteria comercial sellada en 2011 por la que se movían miles de millones de dólares. «Hemos eliminado todos los obstáculos que impedían alcanzar el paso fronterizo», señaló a Reuters el ministro de Transporte sirio Ali Hammoud, después de destacar, no obstante, que aún no han recibido ninguna petición por parte de Amán para reabrirlo. Otro gran interrogante es hasta qué punto será capaz Damasco de mantener la seguridad en las zonas recuperadas, que siguen bajo la amenaza de grupos que se niegan a aceptar su autoridad. Prueba de ello es que, a pesar de haber sido derrotados militarmente, grupos como el EI siguen teniendo capacidad para ejecutar embestidas tan brutales como la que llevaron a cabo a finales de julio en la ciudad sureña de Sweida, en la que mataron a más de 200 personas en uno de los peores atentados de su historia.
Es por eso que, aunque hayan perdido prácticamente todo el territorio que controlaban, los analistas creen que estos grupos podrían recular hacia tácticas previas, operando en clandestinidad y centrados en efectuar dantescos ataques como el de Sweida. A pesar de ello, y alentado por los avances que está logrando este año, el presidente sirio parece mucho más pendiente por ahora en arrebatar «cada pulgada» de su país a los rebeldes, que se encuentran mayormente confinados con el respaldo de fuerzas turcas en la provincia noroccidental de Idlib, su último gran bastión, y al que el Gobierno ya ha amenazado con recuperar por la fuerza si no se llega pronto a un acuerdo.
✕
Accede a tu cuenta para comentar