Brasil

Bolsonaro se delata a si mismo y defiende la dictadura

A pesar de las pruebas, niega que Cruz Oliveira fuera asesinado por militares

Jair Bolsonaro/REUTERS
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A pesar de las pruebas, niega que Cruz Oliveira fuera asesinado por militares

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, contonua “haciendo amigos”, delatando su pasado, aunque nunca engañó a nadie durante la campaña. Siempre el mismo “lobo” sin “piel de cordero” que disparaba con una AK47 en los mítines, solo que desde el púlpito presidencial y sin que su gobierno avance, enseña los dientes, zarpazos a ciegas en una sociedad que acabará condenándolo. Es el mismo ex militar que se hizo famoso por elogiar el golpe de estado de 1964. Es racista y homofóbico. Arrasa con el amazonas. Propone armar a la población para combatir el delito. Gatillo fácil para la policía. Y ahora es negacionista. No lo fue durante su visita a Israel con el holocausto pero parece que en casa juega para su campo, el ejercito.

La polémica volvió a encenderse cuando calificó de “mentira” la documentación oficial sobre la represión ilegal en la dictadura militar brasileña, en una escalada retórica que por primera vez, a seis meses de asumir, enfrenta una ola de indignación incluso dentro del oficialismo –más radical incluso- y voces a favor de un juicio político por falta de decoro.

Lo hizo al comentar el escándalo generado por sus dichos sobre la desaparición de un militante izquierdista en 1974, en el marco de una seguidilla de polémicas que incluyen haber propuesto a su hijo policía y diputado Eduardo como embajador en Washington. Otro tema que tampoco favorece su marchita popularidad, en picado.

Bolsonaro objetó además la Comisión de la Verdad de 2014, organizada por la presidenta Dilma Rousseff, sobre los crímenes de la dictadura que duró de 1964 hasta 1985.

“La cuestión de 1964 no existen documentos sobre si se mató o no se mató, eso es mentira”, dijo Bolsonaro, ex capitán del Ejército, al comentar sobre los instrumentos entregados por las propias fuerzas armadas a la Comisión de la Verdad. El caso gira en torno de Fernando Augusto Santa Cruz, militante de izquierda que desapareció en 1974 en un centro de detención de Río de Janeiro, algo documentado por la Fuerza Aérea.

Bolsonaro dijo además esas declaraciones en un contexto inapropiado, ridículo: Mientras se cortaba el pelo y hablaba por Facebook con el peluquero a su alrededor. Afirmo mientras le rasuraban el cabello, que Santa Cruz fue ultimado por sus propios compañeros de militancia contra la dictadura y no por los militares. Como si de una charla de bar se tratase.

La víctima es el padre de Felipe Santa Cruz, presidente de la poderosa Orden de Abogados de Brasil (OAB), quien es blanco de ataques de Bolsonaro porque la entidad se negó a aceptar quebrar el secreto telefónico y bancario del letrado que defendió a Adelio Bispo, el autor del atentado contra el mandatario en septiembre pasado, declarado inimputable.

“Vamos a pedir explicaciones a la Corte Suprema sobre los dichos de Bolsonaro, que puede haber cometido una serie de delitos con su declaración”, dijo el titular de la entidad de los abogados.

Bolsonaro, que reivindicó la tortura de opositores, hasta en dos oportunidades sentenció que sabía el destino de Santa Cruz. “No lo mataron los militares, fueron sus propios compañeros”, afirmó Bolsonaro, contrariando a la Comisión de la Verdad.

El Caso Santa Cruz

La prensa local publicó los documentos secretos de la Fuerza Aérea en los que se indica la desaparición de Santa Cruz en el centro de detención de Río de Janeiro. Un testigo declaró a la Comisión de la Verdad que el cuerpo del militante del grupo Acción Popular pudo haber sido incinerado.

Pos su parte la OAB anunció en un comunicado que acudirá al Supremo Tribunal Federal (STF, Corte Suprema) para pedir explicaciones a Bolsonaro, mientras juristas y opositores sostienen que la declaración, si es mentira u ocultamiento, es crimen de falta de decoro.

“Yo ni siquiera hablaría de juicio político sino de incapacidad para ejercer el cargo”, dijo Miguel Reale Junior, el abogado coautor de la acusación que llevó a la destitución por delitos en las prioridades del presupuesto a Rousseff en 2016. “Es inaceptable lo que dijo Bolsonaro”, comentó el gobernador de San Pablo, Joao Doria, un aliado del presidente.

“Echando más leña al fuego” Bolsonaro, en diálogo con periodistas, afirmó que la Comisión De la Verdad no tiene credibilidad porque fue integrada por siete juristas indicados durante el gobierno de Rousseff.

De hecho cuando era diputado en 2016, en el proceso de juicio político a Rousseff, Bolsonaro homenajeó al e militar Carlos Brilhante Ustra, a quien calificó como “el pavor” de la entonces presidenta durante las sesiones de tortura que ella sufrió durante 22 días seguidos por parte de la dictadura.

Mientras desde la cárcel, el líder opositor y ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, detenido desde el 7 de abril de 2018 por corrupción, afirmó que se solidariza con la familia Santa Cruz y que “Brasil no merece el odio de Bolsonaro”.

La respuesta institucional más alta la dio el juez del STF Marco Aurelio Mello, quien sugirió “una mordaza” para el presidente.

Según la versión del ex capitán que ocupa el Palacio del Planalto Fernando Santa Cruz Oliveira fue ejecutado por sus propios compañeros de la organización Acción Popular y no por el gobierno de facto.

Si el caso llegara al Supremo se reabrirá un debate clausurado durante décadas por el silencio de las fuerzas armadas al que contribuyó la Ley de Amnistía de 1979 que nunca fue derogada.

En ese caso Bolsonaro estará obligado de expresar ante los magistrados lo que dice saber, además de respaldarlo en pruebas y documentos. “La lengua” del ex militar de nuevo le juega malas pasadas. Tiene información privilegiada, sucia, manchada con sangre y no revelada. Podría sentarte en un banquillo pero también enfrenta la posibilidad del impeachment que derrocó a su enemiga, Dilma Rousseff. La historia no olvida y se repite.