Cumbre de la UE
Bruselas llama a las puertas de África
Lanza un ambicioso plan para frenar la inmigración ilegal con acuerdos con los países de origen
Lanza un ambicioso plan para frenar la inmigración ilegal con acuerdos con los países de origen
La Comisión Europea está decidida a avanzar en una estrategia común contra la inmigración ilegal. Los obstáculos son muchos, no sólo entre los Veintiocho, sino también con países terceros que no colaboran en los procesos de repatriación (tan sólo un 40% de los migrantes irregulares son devueltos a sus países de origen). Por eso, el Ejecutivo europeo propuso un «giro copernicano», en palabras de la Alta Representante para la Política Exterior, Federica Mogherini. Si no puede ser por las buenas, lo será por las malas.
Bruselas está decidida a supeditar la ayuda al desarrollo e incluso los acuerdos comerciales ventajosos con los países africanos (tarifas arancelarias reducidas) al control de los flujos migratorios en un esquema de contraprestaciones. En esta primera lista de países están incluidos estados de origen y tránsito como Níger, Mali, Nigeria, Senegal, Etiopía, Jordania y Líbano. Los países que colaboren verán aumentadas sus partidas y los que no, se verán sometidos a lo que Bruselas denomina de manera eufemística «incentivos negativos». Como gran punto oscuro de esta propuesta se encuentra la imposibilidad, al menos por el momento, de poner en marcha un acuerdo de este tipo con Libia, con un Gobierno de unidad auspiciado por la ONU sin legitimidad interna. El otro gran talón de Aquiles de este nuevo texto son las reticencias de los Estados europeos a la hora de aportar dinero contante y sonante después de que durante los últimos años la crisis económica se haya convertido en la coartada perfecta para reducir drásticamente las partidas de ayuda al desarrollo.
Bruselas propone, a corto plazo, reforzar el Fondo para África hasta alcanzar los mil millones. La mitad de esta cantidad debe ser sufragada con aportaciones de los Estados europeos. Se trata de crear un nuevo instrumento a imagen y semejanza del Plan Juncker, en el que el dinero público sirva de palanca a través de un sistema de garantías de sofisticada ingeniería financiera para atraer a inversores privados en proyectos de infraestructuras y apoyo a pequeñas y medianas empresas. Los detalles de la propuesta se conocerán en otoño. De momento, las cuentas de la lechera de Bruselas aseguran que con 3.100 millones del presupuesto comunitario se puede atraer hasta 31.000 millones entre fondos privados y públicos. Con las aportaciones extra de los socios europeos, la Comisión cifra el dinero movilizado en 62.000 millones.
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