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Defensa

Cambio en la política de desapariciones del Ejército de EEUU: un soldado ya no es un desertor, es una emergencia

La tragedia del caso Guillén obliga al Ejército de Estados Unidos a mover ficha y endurecer su respuesta ante las desapariciones, estableciendo nuevos y estrictos plazos para evitar que la negligencia vuelva a repetirse

Cambio en la política de desapariciones del Ejército de EEUU: un soldado ya no es un desertor, es una emergencia Sarah Reingewirtz/Orange County / DPASarah Reingewirtz/Orange County

El Ejército de Estados Unidos ha decidido dar un vuelco a sus protocolos de actuación ante la desaparición de un soldado. La nueva directiva, impulsada tras la conmoción generada por varios casos de gran repercusión, busca acelerar drásticamente la respuesta y abandonar la presunción inicial de que el ausente ha desertado voluntariamente. El objetivo es no admite equivocación: tratar cada desaparición como una emergencia potencial desde el primer minuto, un cambio de mentalidad que pretende proteger la vida de sus efectivos.

En concreto, la nueva normativa establece plazos mucho más estrictos para toda la cadena de mando. Los comandantes dispondrán ahora de un margen máximo de tres horas para clasificar a un soldado como «ausente-desconocido» una vez se tenga constancia de su falta. De forma paralela, la familia del militar deberá ser informada en un plazo que no puede superar las ocho horas desde que se detecta la ausencia, una medida que busca mejorar la comunicación y la transparencia con los allegados.

Asimismo, se establece una ventana de investigación intensiva de cuarenta y ocho horas. Durante este periodo crucial, las unidades tienen la obligación de agotar todas las vías para esclarecer si la ausencia ha sido voluntaria o si, por el contrario, el soldado se encuentra en peligro. Para ello, tal y como detalla la información recogida por Defense News, deberán alertar de inmediato a la policía militar, registrar el perfil del ausente en la base de datos criminal nacional y solicitar la colaboración activa de las autoridades civiles en la búsqueda. Este despliegue de medios es fundamental para cubrir las extensas áreas que a menudo caracterizan a las bases militares más poderosas del mundo, donde un soldado puede desaparecer con facilidad.

El fin de la presunción de deserción

En este sentido, este nuevo enfoque contrasta frontalmente con la política anterior. Previamente, se otorgaba un plazo de tan solo veinticuatro horas antes de declarar a un militar como ausente sin permiso (AWOL, en sus siglas en inglés), una clasificación que a menudo retrasaba la activación de recursos de búsqueda de mayor envergadura al asumir la voluntariedad de la marcha. Una vez transcurridas las nuevas cuarenta y ocho horas de búsqueda sin éxito, el estatus del soldado será actualizado a AWOL o a «Estado de Servicio-Paradero Desconocido» (DUSTWUN), en función de las circunstancias específicas de cada caso.

No en vano, este cambio de rumbo responde directamente a la oleada de críticas que se desató tras la gestión de casos como el de la soldado Vanessa Guillén. Una investigación independiente sobre su muerte desveló una «inacción en áreas críticas» y lo que los informes describieron como un «paradigma de negligencia benigna» por parte de la cadena de mando. Se trata de una pasividad que, con la entrada en vigor de la nueva directiva, el Ejército estadounidense pretende erradicar por completo de sus filas.