Política

Terremoto en Nepal

Carlos Soria: «Las lluvias harán que la catástrofe en Nepal se prolongue»

Carlos Soria
Carlos Sorialarazon

El veterano alpinista Carlos Soria (76 años) y una parte de la expedición BBVA volvieron ayer a Madrid después de que el terremoto en Nepal los sorprendiera en el Annapurna, «la montaña más peligrosa del mundo». La climatología les impidió coronar este «ochomil», pero el azar les recompensó alejando el epicentro de su campamento. Algo aturdido por las muestras de cariño de amigos, familiares y espontáneos en el aeropuerto de Barajas, Soria anima a los españoles a participar en la cuenta solidaria abierta por el BBVA https://hr.bbvasuma.com/emergency/tragedia-en-nepal para ayudar a los damnificados por el terremoto.

–¿Ha sido la expedición más complicada?

–Ha sido una expedición muy dura, de no dormir, con muchas decisiones difíciles que tomar. Lo menos duro físicamente para nosotros ha sido el terremoto. Anímicamente sí lo ha sido porque teníamos a compañeros sherpas afectados por el terremoto. Lo que ha ocurrido es una catástrofe terrible y muy triste, y lo que va a ocurrir también será terrible, porque ahora, dentro de 20 días, viene el monzón, y las lluvias van a destrozar las casas que han quedado medio destruidas.

–¿Qué percepción se tiene en Nepal de la gestión del Gobierno ante el terremoto?

–El Gobierno está tomando las decisiones como buenamente puede. Quizá no están muy preparados. Una de sus decisiones es que todos los fondos que lleguen a través de las ONG serán distribuidos por el propio Gobierno, y eso es un poco peligroso, porque no saben hacerlo como lo hacen algunas buenas ONG.

–Se libraron del terremoto por el mal tiempo ¿verdad?

–sí, llevábamos 70 días de expedición y nos apetecía volver, pero el mal tiempo impidió que el helicóptero que habíamos pedido viniera a buscarnos. Si nos hubiera recogido, el terremoto quizá nos hubiera pillado en Katmandú.

–¿Cómo fue ver Katmandú destruido?

–No fue tan malo porque creíamos que estaba mucho peor. Vosotros, los periodistas, mandáis sólo los escombros. Es verdad que algunos barrios de Katmandú están muy afectados, con sitios históricos destruidos. Pero demasiado bien está funcionando la ciudad después de lo que ha pasado. Cuando nos fuimos había luz, porque la gente está muy acostumbrada a utilizar equipos electrógenos, y todos los hoteles estaban en funcionamiento.

–¿Cuándo fue a Nepal por primera vez?

–En 1973. El país ha cambiado bastante, especialmente Katmandú, que es mucho más grande, hay más turismo y montañeros. En 1973 sólo dejaban una expedición para cada ruta y ahora puede haber 20 expediciones en la misma ruta del Everest, con 2.000 personas.

–¿Nepal se recuperará pronto?

–Sí, pero como siempre sucede, la gente más humilde lo va a pasar mal. Están acostumbrados a vivir en condiciones críticas. Si tienen que poner un toldo al lado de la casa no es un drama como lo sería para cualquiera de nosotros; pero están hechos polvo, no cabe duda. Y luego hay gente que ha perdido a parte de su familia, el peor drama de todos. Es gente muy agradable y hospitalaria, un pueblo alegre.

–Y su familia, ¿asustada?

–No, mi familia no se asusta fácilmente. Están muy acostumbrados y sabían que no me había afectado demasiado, aunque nos podía haber tocado a nosotros. Nuestros amigos del Everest vieron cómo el hielo se movía como si fuese agua en un barreño. Lo que ha matado a la gente allí no ha sido la avalancha de nieve sino el viento enorme que genera la propia avalancha. Ha habido quien ha muerto atravesado por una varilla de una tienda. Otro quedó estrellado contra una roca. El viento ha sido terrible.

-¿Satisfecho de la expedición?

-Estoy muy satisfecho de todo lo que hemos hecho y de las decisiones que hemos tomado. Muchos bajaron en condiciones muy duras.

-¿Próximo retos?

-Seguir subiendo montañas. Si la rodilla está bien, a lo mejor en la próxima primavera vuelvo al Annapurna. En esto no hay jubilación, es una cosa que te apetece mucho hacerlo y tengo el privilegio de poder hacerlo a esta edad. Es una suerte.