Conflicto armado
Colombia buscará otro camino para llegar a la paz
Santos, tras su fracaso en el referéndum, convoca a una reunión a todas las fuerzas políticas para buscar el consenso. Uribe le da plantón y exige que se retire la inmunidad a la guerrilla.
Santos, tras su fracaso en el referéndum, convoca a una reunión a todas las fuerzas políticas para buscar el consenso. Uribe le da plantón y exige que se retire la inmunidad a la guerrilla.
«Todos sin excepción quieren la paz y no me rendiré hasta que sea posible». Tras la victoria del «no» por la mínima es la hora de recomponer el descalabro. El presidente Juan Manuel Santos, debilitado tras el plebiscito, ha retrocedido sobre sus pasos para hablar de consenso y marcar un camino a seguir junto a los otros partidos. El problema es que, aunque todos hablan de paz, nadie dice cómo lograrla realmente. Parece difícil que el senador Álvaro Uribe, ganador de la contienda, se lo ponga fácil a su enemigo. En sus primeras palabras tras conocerse los resultados que daban una victoria al «no» por poco más de 50.000 votos, Santos convocaba una reunión con todas las fuerzas políticas para fijar una nueva estrategia. «Como jefe de Estado, soy el garante de la estabilidad de la nación, y esta decisión democrática no debe afectar a dicha estabilidad, que voy a garantizar. Conservo intactas mis facultades y mi obligación para mantener el orden público y para buscar y negociar la paz. El cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo sigue vigente, y seguirá vigente. Escucho a los que dijeron ‘no’ y a los que dijeron ‘sí’». Santos agregó que seguirá «buscando la paz hasta el último minuto, porque ése es el camino para dejarles un mejor país a nuestros hijos». Pero al encuentro que se realizó ayer en el Palacio de Nariño no acudió Uribe ni nadie de su partido, el Centro Democrático.
Si bien el ex presidente habló de alcanzar un nuevo acuerdo renegociando los términos, no es probable que le dé opción a Santos de lograr esa ansiada paz antes de las elecciones de 2018. En cualquier caso, el ex mandatario ya adelantaba algunas líneas de ese posible gran pacto nacional. En su esperado discurso, Uribe habló de la necesidad de aplicar «correctivos para que haya respeto a la Constitución, no sustitución; justicia, no derogación de las instituciones; pluralismo político sin que pueda percibirse como premio al delito; política social sin poner en riesgo la empresa honorable». Al presidente de la República y al del Congreso, Uribe les pidió que «se permita un alivio judicial que no constituya impunidad» con los guerrilleros y a la comunidad internacional que escuche sus «razones».
Esto en la práctica significa un peor acuerdo para las FARC. Entre los temas que los uribistas piden revisar se encuentran la elegibilidad política para los señalados de delitos atroces. Es decir que los líderes, algunos de los cuales tienen procesos abiertos, no puedan postularse a cargos elegidos por la población. Además, que las sanciones a los jefes, quienes son considerados responsables de crímenes de lesa humanidad, incluyan cárcel, y no sanciones restaurativas, que contengan restricción de la libertad para ellos. Para los uribistas, las FARC deberían aportar además las «grandes sumas de dinero» que –según el Centro Democrático– han obtenido en los últimos años como resultado de sus delitos, con el fin de avanzar en la reparación de las víctimas del conflicto armado. Santos rechazó la dimisión del principal representante del Gobierno en las conversaciones de paz con las FARC) en La Habana, Humberto de la Calle.
La guerrilla, por su parte, no tiene muchas opciones más que intentar aprovechar este tiempo para empezar a hacer campaña. Pero no todo está perdido, o al menos eso afirma su máximo líder Rodrigo Londoño, ALIAS «Timochenko», quien dijo ayer que van a analizar «con calma los resultados para continuar, porque eso no significa que se haya perdido la batalla por la paz». Y reiteró que, pese al resultado, mantienen el «entusiasmo y esto los hace comprometerse mucho más» con el proceso. Para Londoño, «hay que reevaluar la polarización» del país y entender que un sector de la población «no se sintió incluido» en los acuerdos e hizo referencia a la alta abstención.
A pesar de que hay una paz firmada, algunos expertos apuntan la posibilidad de fragmentación de la guerrilla. Mientras que los líderes pueden tratar de proteger los acuerdos, las células locales podrían tomarse el rechazo del pueblo como una señal para recurrir de nuevo a la violencia. El director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, Jorge Restrepo, recordó que en el último año el número de víctimas se redujo a su mínimo histórico, unos datos que podrían cambiar. Por ello, la vía de negociación para resolver esta crisis es la realización de una Asamblea Nacional Constituyente con la participación de todas las fuerzas del país. En este contexto, Colombia se enfrenta a una situación de incertidumbre social y política con el reto añadido de unir a un país más polarizado que nunca (50,21% a favor del «no» frente a un 49,78% a favor del «sí») pero que coincide en el principal objetivo de los acuerdos: alcanzar la paz.
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