Tokio

Condenado un entrenador que agredió a un estudiante que se suicidó en Japón

Un tribunal de la ciudad nipona de Osaka condenó hoy a una pena en suspenso de un año de cárcel al extrenador de un conjunto de baloncesto de un colegio de la localidad por agredir repetidamente al capitán del equipo, que se suicidó en diciembre de 2012.

La corte consideró culpable de agresión a Hajime Komura, de 47 años, y lo condenó a un año de prisión en suspenso, un tipo de sanción común en Japón para los castigos inferiores a tres años, que permiten no ingresar en la cárcel.

Cualquier delito que cometa el condenado durante el tiempo que dure la pena, constituirá el fin de la suspensión y supondrá su encarcelamiento durante el tiempo prescrito en dicha pena.

Según recogió la agencia Kyodo, al presentar su veredicto, el juez que presidió el tribunal consideró "indignante que el acusado agrediera al estudiante por no jugar al baloncesto como él quería".

"El suicidio del estudiante muestra que sufrió un intenso daño psicológico así como dolor físico", concluyó.

La corte considera probado que cuando Komura era entrenador del Instituto de Bachillerato de Sakuranomiya, golpeó repetidamente en la cara y en la cabeza al jugador, de 17 años, por no seguir sus instrucciones en un partido el 18 de diciembre de 2012.

Cuatro días después Komura golpeó en la cara, por lo menos 10 veces, al estudiante por no contestar a las preguntas que le hizo delante del resto del equipo.

Al día siguiente, el 23 de diciembre, la madre del chico lo encontró ahorcado en su habitación.

La junta educativa de Osaka investigó en 2011 los rumores que apuntaban a casos de maltrato en este equipo de baloncesto, pero estableció que no había evidencia sobre castigo físico alguno y no entrevistó a ningún jugador.

Una investigación posterior al fallecimiento del capitán obtuvo testimonios de más de 30 alumnos que afirmaron haber sido abofeteados, pateados y golpeados de distintas maneras por el preparador.

En la primera vista del juicio, celebrada el pasado 5 de septiembre, Komura pidió perdón a la familia del estudiante fallecido y consideró que "el castigo físico fue un método incorrecto y provocó daño físico y emocional".

Este caso puso en tela de juicio la persistencia y permisividad de los castigos corporales en los colegios y equipos deportivos de Japón, y la escasa eficacia de la administración para atajar casos como este.