Atentados terroristas en París

Cosificar el terror

La Razón
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Bin Laden dejó una semilla macabra en internet y modernizó la forma de extensión de un fanatismo antiguo. Algunos años más tarde, yihadistas de Daesh aspiran al poder absoluto. En estos tiempos de la globalización, el fanatismo yihadista quiere borrar con la sangre derramada y el terror hasta la más pequeña de las libertades, como son el humor o la risa. Allá donde han conseguido poder territorial ejercen un control social de una crueldad sádica y por eso –aunque no sólo por eso– huyen cientos de miles de hombres, mujeres y niños de Siria o Irak. Su violencia nace de la percepción de la superioridad moral sobre la realidad, así como del aborrecimiento sobre los que no creemos en sus dogmas.

La clave de su altísima influencia mediática es la capacidad de matarse para causar víctimas en nuestras ciudades. No pueden generar una guerra simétrica en Europa, eso es claro. Sólo si cometemos errores de sobreactuación, enloqueciendo, podrían tener una oportunidad. Sólo si construyéramos la imagen mental de que todos los musulmanes son nuestros enemigos, si los deshumanizáramos y cosificáramos, podrían tener una oportunidad.

De los millones de jóvenes europeos de origen musulmán, entre 3.000 y 5.000 se han unido a esa aberración y algunos han regresado para asesinar y mostrarse poderosos porque es un factor de captación, pero sobre todo, para ver si son capaces de desatar dinámicas internas de desunión entre nuestros líderes políticos y si son capaces de que veamos a los musulmanes que no les siguen como enemigos. Vamos a necesitar templanza para diseñar y ejecutar las políticas de seguridad y las de prevención. Necesitamos ser más sabios para no caer en ninguna de las trampas semánticas y atender a las víctimas de los atentados devolviéndoles la dignidad y humanidad que los asesinos roban al convertirlas en instrumento de su propaganda siniestra. Vamos a necesitar el apoyo de muchas de las madres de los que han marchado a convertirse en monstruos para la prevención específica. Y donde más errores se han cometido, en Bélgica, también empiezan a articularse respuestas certeras. Conviene escuchar a alcaldes como el de Malinas para aprender de su estrategia de prevención local.

*Eurodiputada de UPyD