Política

Terrorismo yihadista

Cuando el enemigo es el vecino de al lado

La Razón
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Más de 1.600 militares españoles luchan contra la Yihad. El norte de África se ha convertido en un avispero.

Frenar el avance del yihadismo o, al menos, contribuir a ello. Es uno de los objetivos de los militares españoles desplegados en la mayoría de misiones en el exterior. Si bien no es el fin principal de las mismas, nuestro país contribuye a tratar de poner fin al avance de esta amenaza que mira directamente a Europa. En total, ya sea adiestrando ejércitos extranjeros para luchar contra Al Qaeda o DAESH, protegiendo a otros estados de sus ataques o apoyando a tropas aliadas que combaten contra los yihadistas, hay 1.661 efectivos españoles repartidos por 8 países.

Los escenarios más destacados y más peligrosos han sido y son Afganistán e Irak, aunque durante los últimos años el continente africano ha ido convirtiéndose en otro importante foco del problema, cuya solución, como aseguran los expertos en terrorismo yihadista, «pasa por el compromiso y por tener paciencia» para conseguir que los gobiernos de estos países sean capaces de controlar su seguridad y, sobre todo, para acabar con la captación, «que se nutre de la pobreza». Además, coinciden en que sí que es necesaria una intervención militar, pues determinadas facciones, por ejemplo del Estado islámico, actúan como auténticas brigadas de infantería ligera.

Uno de los focos de origen de esta amenaza en África es Argelia, donde en la década de los 90, la política antiterrorista del país hace que los yihadistas se refugien en el norte de Mali, una fuera del control del Estado. A partir de 2000 se empieza a generar una red de yihadismo, surgiendo el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate, el cual a partir de 2007 jura lealtad a Osama Bin Laden y se convierte en Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI).

Pero el yihadismo más violento surge con la caída de Gadafi en Libia en octubre de 2011, cuando tanto los grupos yihadistas como los tuareg (Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad) saquearon los arsenales de armamento e hicieron una especie de “matrimonio de conveniencia”. No duró mucho y a partir de junio de 2012 el yihadismo se hace con el control del norte de Mali, produciéndose un importante efecto llamada que llegó a triplicar sus efectivos hasta los 6.000. Francia se da cuenta de la amenaza que supone y lanza la «Operación Serval» para liberar el norte del país. Un éxito que obliga a los terroristas a huir a Libia aprovechando las inexistentes y descontroladas fronteras, gestándose en el sur del país un gran santuario yihadista.

Y España decidió colaborar con esta misión de dos formas. Por un lado, con el «Destacamento Marfil» en Senegal, cuyos 55 efectivos realizan vuelos de apoyo a las tropas francesas. Por otro, sumándose a la misión de entrenamiento de la UE en Mali (EUTM-Mali), donde 122 militares adiestran al Ejército del país para combatir en el norte. Sin embargo, «Serval» amplió el teatro de operaciones (Níger, Mauritania, Burkina Faso y Chad) y de nombre (“Barkhane”) y al no tener tanta presencia en el Mali se ha producido un repunte de la presencia de AQMI.

Pero hay otro tipo de yihadismo (desde Nigeria hasta Somalia), el de grupos de raza negra donde existen otras variantes, con su máximo exponente no muy lejos, en Nigeria. Allí están, por ejemplo, el Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (MUYAO), que se separó de AQMI en 2011, y uno de los más violentos conocidos, Boko Haram, que el viernes acabó con la vida de 2.000 personas en su lucha por crear un Estado Islámico en Nigeria. Éste último no aspira a una yihad global, pero sí que tiene conexiones con otros grupos terroristas.

En cuanto a Somalia, nuestro país contribuye a formar militares en las misiones EUTM-Somalia (14) y EUCAP-NESTOR (2), esta última en Yibuti. En Somalia, el yihadismo gana fuerza en 2006 y surge el principal grupo terrorista vinculado a Al Qaeda, Al Shabbaab, autores entre otros del ataque contra un centro comercial en Kenia en 2013, en el que murieron más de 60 personas, y que han calificado de «héroes» a los autores del ataque contra «Charlie Hebdo».

Esto en África, continente vecino cuya seguridad y estabilidad es, por cercanía, la de Europa. Las claves para acabar con esta amenaza pasan por arreglar el problema en su origen: acabar con las formas de financiación de estos grupos, ayudar a formar Fuerzas de Seguridad y gobiernos capaces de ejercer su labor, mantener la cooperación para que la pobreza no sea una razón para el reclutamiento y paciencia.

Y lejos de allí, en Afganistán, Irak o Siria está el yihadismo más conocido o «mediático». En el primero de estos países, España ha luchado durante casi 13 años contra los talibán. Ahora, desde el pasado 1 de enero, su misión ha cambiado y los 435 efectivos que ahora se encuentran allí adiestran a las Fuerzas Armadas afganas y dan seguridad a los españoles y aliados, además de gestionar el hospital y el aeropuerto de Herat.

Mientras, 10 años después España regresa a Irak. Ya hay 4 efectivos preparando el terreno y en los próximos días se sumará el resto del contingente hasta alcanzar los 300. El objetivo, instruir a su Ejército en operaciones especiales y desactivación de explosivos para que sean capaces de hacer frente al terrorismo yihadista, recrudecido tras la guerra de Siria. Y para proteger a otros países, en este caso Turquía, una batería de misiles Patriot y 153 efectivos están a punto de iniciar su misión en la ciudad de Adana, protegiendo al país de un posible ataque desde Irak o Siria. En estos dos últimos países, la amenaza es de sobra conocida, el Estado Islámico (ISIS o DAESH). También por cercanía a Siria, la situación de los 580 militares desplegados en Líbano es de «calma tensa».

Para Manuel R. Torres, experto en terrorismo yihadista y miembro del Grupo de Estudios en Seguridad Internacional (GESI), «el yihadismo en Irak es el que más preocupación despierta», pero destaca que en África, «no habría que desechar la posibilidad de que los diferentes grupos recuperen el auge que tuvieron». En cuanto al Estado Islámico en Siria o Irak, reconoce que los terroristas «son conscientes de que si trasladasen refuerzos para atentar en occidente de manera activa originarían una respuesta perjudicial para ellos. Ahora están volcados en su objetivo domestico». Eso sí, deja claro que «no va a ser siempre así y pueden llegar a la conclusión de que es necesario represaliar a occidente, lo que está relacionado con la pugna con Al Qaeda por el liderazgo del movimiento yihadista». Esa pugna seria «el principal motivador de una amenaza en el corto plazo. Que sea en España o en otro lugar depende de la oportunidad». Y recuerda que «el efecto emulación está muy presente. Si ven que un atentado ha tenido repercusión, ven que el terrorismo es efectivo y pueden sentirse llamados a la acción».