Disturbios

Manifestantes asaltan el Parlamento de Hong Kong

Cientos de manifestantes toman la sede del legislativo para exigir más democracia y la retirada definitiva de la ley de extradición. Es el desafío más importante al que se enfrenta Xi Jinping desde su llegada en 2012.

La bandera colonial británica colocada en la asamblea de Hong Kong. (AP Photo/Kin Cheung)
La bandera colonial británica colocada en la asamblea de Hong Kong. (AP Photo/Kin Cheung)larazon

Cientos de manifestantes toman la sede del legislativo para exigir más democracia y la retirada definitiva de la ley de extradición. Es el desafío más importante al que se enfrenta Xi Jinping desde su llegada en 2012.

Ayer se cumplían 22 años desde que Reino Unido devolviera Hong Kong a China. Y el aniversario no fue precisamente pacífico. Un grupo de manifestantes irrumpió en el Consejo Legislativo después de horas de asediar el edificio, destrozando varias puertas de vidrio y arrancando barras de metal. Después optaron por atrincherarse allí a la espera de que se satisfagan sus demandas: a la tradicional protesta en pro de más democracia, se une la petición de la retirada definitiva de la ley de extradición a China.

Sus acciones contrastaron con la manifestación pacífica previa celebrada en defensa de los derechos civiles por cientos de miles de habitantes de la ciudad, vestidos principalmente de negro. Una marcha más que constata el momento crítico que vive la antigua colonia británica exigiendo la retirada de este controvertido texto. Los manifestantes temen que el proyecto de ley pueda ser utilizado para extraditar a los hongkoneses a China continental –donde el sistema de justicia es controlado por el Partido Comunista y no goza de garantías– por delitos políticos, y presionan para que se archive. Exigen también la dimisión de la jefa del gobierno local, Carrie Lam, así como que los detenidos en las protestas de las últimas semanas no sean procesados.

Aunque Hong Kong fue devuelto del régimen británico al chino el 1 de julio de 1997, aún se administra por separado bajo un acuerdo conocido como «un país, dos sistemas». La ciudad goza de derechos y libertades desconocidos en la China continental, pero muchos residentes temen que Pekín ya esté tratando de hacerse con Hong Kong. La protesta de los habitantes de la antigua colonia va, por tanto, más allá de un cambio legal, se debe al miedo a la creciente injerencia china.

La organización de la tradicional marcha por el aniversario de este año cambió la ruta habitual para alejarse de los enfrentamientos entre la policía y otro grupo de manifestantes. Mientras se llevaba a cabo una ceremonia oficial en el Centro de Convenciones y Exhibiciones de Hong Kong para conmemorar ese 22 aniversario de la entrega de la ciudad, las tensiones aumentaron una vez más en el centro financiero. Cientos de manifestantes, principalmente jóvenes enmascarados, con cascos y gafas de seguridad para protegerse de los ataques de la policía, bloquearon tres vías clave con barreras de metal y plástico.

Centenares de manifestantes antigubernamentales rodearon entonces el Parlamento local. Un pequeño grupo comenzó a golpear las paredes de cristal y la entrada del edificio con un carro de metal y postes. Mientras, docenas de policías antidisturbios permanecían parapetados dentro del edificio del Consejo Legislativo (LegCo) con un equipo de protección completo. De vez en cuando esparcían gas pimienta a través de las grietas para disuadir a los manifestantes. La tensión iba en aumento, y en un momento dado, alrededor de media docena de legisladores independientes y prodemocracia se interpusieron entre los jóvenes y la policía pidiendo calma. «Simplemente, no me escucharon», aseguró después el diputado Lam Cheuk Ting. «El movimiento en general es pacífico, pero algunos jóvenes se sienten abrumados por un fuerte sentimiento de impotencia y tienen una carga emocional».

Los manifestantes insistieron durante horas, hasta que al final lo consiguieron. Los antidisturbios no intervinieron y docenas de ellos rompieron el vidrio del LegCo, mientras una gran multitud observaba los disturbios desde afuera. Cientos de ellos entraron al edificio, pintando con aerosol mensajes en las paredes y ocupando la cámara legislativa central. Una bandera colonial fue desplegada en la tribuna en claro desafío a la autoridad de Pekín.

Horas después la Policía decidió intervenir. Cientos de agentes lograron alcanzar la sede legislativa cuando ya quedaban unos pocos manifestantes. Un diputado del Partido Democrático de Hong Kong, Ted Hui, les pidió calma porque los activistas estaban ya abandonando el lugar. Mientras, en el exterior, unos 3.000 agentes con equipos antidisturbios irumpían en la calle Harcourt, muy cerca de la Asamblea Legislativa. En las redes sociales se divulgaron numerosas imágenes de manifestantes huyendo en medio de la noche de los gases lacrimógenos.

Los ánimos están muy exaltados y los hongkoneses sienten que se les acaba el tiempo porque sienten el aliento de la injerencia china cada vez con más intensidad. Y aunque las manifestaciones han sido generalmente pacíficas, la del día 12, en la que la policía usó balas de goma, dio un giro a la situación. Desde entonces la tensión ha ido en aumento.