Elecciones en Francia
«Decidí mi voto de camino al colegio electoral»
Los franceses, entre la indecisión y el miedo, votaron bajo el estado de emergencia
Si algo se ha podido sacar en claro en la visita de un colegio electoral este domingo en Francia, son las dudas con las que muchos votantes llegaron hasta el momento de enfrentarse a la urna. La indecisión ante las distintas opciones ya aparecía reflejada en varios sondeos previos a esta primera vuelta, y la cuantificaban en torno al 30% del electorado, si bien es cierto que afectaba en un mayor porcentaje a los votantes de izquierda que a los de derecha. «Mi corazón dice Hamon, pero sé que no llegará, y hasta anoche dudé si pasarme a Mélenchon», dice Sylvie, joven de 23 años del parisino barrio multicultural de Belleville, que ha quedado decepcionada tras el quinquenio de Hollande.
Parte de esa gran bolsa de indecisos, que puede tener la clave para acceder al Elíseo en la segunda vuelta, decidieron su voto en la jornada de reflexión y otros, como Olivier, se han decidido «de camino» al colegio electoral. Este funcionario de 36 años cuenta que no le «apasionaba» ningún candidato y que en su caso, tuvo que escoger entre «la abstención y el voto de protesta, y eligió lo segundo». En uno de los centros de voto cercanos a la Plaza de la República, el liceo François Truffaut, el flujo de votantes es constante durante la mañana y la presencia policial, también. La política está en todas las conversaciones del bar de enfrente. «Le Pen no pasará y si pasa, no conseguirá nunca la presidencia», dice Paul, seguro de su afirmación en una campaña que ha dejado más incógnitas que respuestas.
Francia está celebrando este proceso de doble vuelta electoral bajo el estado de emergencia que se decretó a raíz de la cadena de atentados perpetrada el 13 de noviembre de 2015 en París, en la que perdieron la vida un total de 130 personas. El Gobierno activó entonces la denominada «operación Centinela» para desplegar al Ejército en algunos de los lugares más sensibles de la geografía gala. La operación cuenta actualmente con unos 7.000 militares, si bien el ministro del Interior, Matthias Fekl, ha confirmado que 50.000 policías y gendarmes participaron en el operativo especial para la primera vuelta de ayer. «No se descarta ninguna amenaza. Nuestro objetivo es permitir que el sufragio universal se exprese libre y serenamente», dijo Fekl el pasado 16 de abril, un día antes de que dos personas fuesen detenidas en Marsella por preparar un atentado de forma inminente y cuatro antes de que los Campos Elíseos se convirtiesen en epicentro del terror. El primer ministro, Bernard Cazeneuve, ha advertido de que «nada debe entorpecer este momento democrático, fundamental para nuestro país».
A media jornada, el hallazgo de un vehículo estacionado con matrícula falsa y el motor en marcha hizo saltar las alarmas en un centro de votación en Besançon, al este del país. El centro fue completamente evacuado hasta que se comprobó que era una falsa alarma. Pero este tipo de sucesos se ha convertido en algo cotidiano en la vida de los franceses, que a menudo tienen que apechugar con retrasos en el transporte público o con desalojos de lugares públicos por una sospecha más o menos fundamentada de amenaza.
Como sucede casi siempre en este tipo de citas, hay otras cuestiones más o menos anecdóticas que ponen color y en ocasiones, cierta controversia. En el caso de ayer, fueron los carteles de Marine Le Pen, la candidata de la extrema derecha, que no llegaron a los colegios electorales del extranjero porque no fueron entregados a tiempo, según indicó el Gobierno. El Ministerio de Exteriores tuvo que salir a explicar que de los once candidatos en liza, el Frente Nacional era el único que no había llegado a tiempo. Cerca de 1,3 millones de franceses están inscritos en las listas consulares, cerca del 2% de todo el cuerpo electoral, un voto, por lo general, hostil a la ultraderechista.
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